Vivimos tiempos turbulentos. De todo tipo. Pero siguen campando por sus respetos sus responsables. Y lo hacen, porque se les deja hacer. Hoy ha salido otra noticia más del permanente latrocino en que vivimos. En plena vorágine de los "papeles de Panamá", ahora con el ministro José Manuel Soria en la picota, ha salido esta mañana otro bombazo informativo: el antaño (en los tiempos del psocialista Felipe González) icono del pelotazo, Mario Conde, ha sido detenido y, al parecer, han descubierto el entramado financiero montado para manejar los suculentos dineros que fue acaparando desde los años ochenta.
Y en medio de este maremagnum de escándalos de corrupción me ha venido a la mente el gran Bertolt Brecht y su Ópera de los tres centavos, una de sus obras más conocidas, para la que contó con la colaboración musical de otro grande, el compositor Kurt Weill. Escrita en plena crisis de postguerra alemana, un año ante de que estallara la crisis del 29, trazó un cuadro social ambientado en la época victoriana británica. Y es al final de la obra cuando pone en boca de su principal protagonista, Macheath, estas palabras:
"Señoras y
señores, ante ustedes tienen a un representante que se hunde de una clase que también
se hunde. Nosotros, los pequeños artesanos burgueses que, con la honrada
palanqueta, trabajamos las niqueladas cajas registradoras de los pequeños comerciantes, somos
devorados por los grandes empresarios, detrás de los cuales están los bancos.
¿Qué es una ganzúa comparada con un título bancario? ¿Qué es un golpe a
un banco comparado con la fundación de un banco? ¿Qué es asesinar a un hombre comparado
con darle un empleo?".
Sí, palabras del famoso Mackie "Navaja", un bandido que, como tantos más, acabó siendo condecorado por la propia reina. Igual, igual que ahora. La historia se sigue repitiendo.