Cuantificar la gente que ha participado en la pasada huelga general es difícil. Los análisis deben hacerse más desde una interpretación cualitativa, de manera que podamos acercarnos a lo ocurrido desde la incidencia en los distintos sectores de la economía y en cada territorio, el valor estratégico de cada sector, la repercusión en los medios de comunicación, etc. El hecho de haber acaparado la atención de una forma tan intensa en los medios de comunicación y en la opinión pública ya ha sido en sí mismo un éxito. El hecho de que buena parte de la actividad económica se haya visto afectada, independientemente de su medición más o menos exacta, ya indica su incidencia. También el hecho de las circunstancias sociales, con más de cuatro millones de personas en paro y un número muy difícil de contar de quienes están en situación precaria, víctimas propiciatorias de la presión patronal directa o indirecta. Y, por supuesto, el hecho de las circunstancias políticas, derivadas de la singularidad de hacer una huelga general no contra un gobierno que se dice de izquierdas (Felipe González recibió cuatro), sino del temor que tiene mucha gente de izquierdas a que se pueda favorecer una victoria del PP.
Existe un dato, el consumo de electricidad, que es cuantificable en un grado de fiabilidad elevado y que ofrece grandes posibilidades de compararlo con otros momentos y con otras situaciones similares. Y es aquí donde se ha podido constatar que la incidencia ha sido mayor que en la huelga general de 2002. La federación de industria de CCOO y la sección sindical de la empresa Red Eléctrica Española sacaron a la luz dos días después de la huelga un estudio en el que indicaron que el consumo de electricidad comparado con el del mismo día de la semana anterior, que había tenido unas temperaturas similares, se había reducido en más del 20% de media, superior a la de 2002 (rebelion).
Sin embargo, los medios de comunicación, basándose en las estimaciones de demanda de REE, publicaron que el descenso había sido del 16,5%. En 2002, con el gobierno del PP, esa empresa descolgó de internet los datos de consumo eléctrico, para ocultarlos descaradamente. En esta ocasión no se ha hecho así, sino de una forma más sibilina: las estimaciones de demanda que anunció REE variaron nada menos que en cuatro puntos sobre lo que realmente ocurrió. La empresa la preside Jesús Atienza, que fue ministro con Felipe González. Otra clara manipulación.