¿Qué se puede pensar de un partido que en su gestión de los asuntos públicos -sólo a modo de ejemplos- inaugura un aeropuerto sin aviones, construye autopistas sin apenas coches, deja inacabada una ciudad de la justicia y acaba de inaugurar un macrohospital que adolece de personal sanitario? Sí, "el aeropuerto del abuelo", las autopistas del "un antes y un después", la ciudad de la justicia "más grande del mundo" o el hospital "bomba de oxígeno para los profesionales". Los lugares por donde pasaron para hacerse las fotos gente como Aznar, Cascos, Gallardón, Aguirre, Fabra, Camps, Ayuso... Un partido, corrompido hasta la médula, que hace del hormigón, el asfalto y el ladrillo una fuente de desvío de dinero público a las grandes empresas constructoras y que privatiza los servicios públicos con una alegría desmedida. Sin contar lo que va a parar a la financiación del partido, y lo que más de uno y una se llevan a sus bolsillos. En fin, el derroche de lo innecesario.