Cuando el 4 de diciembre de 1977 cientos de miles de andaluces en las ocho provincias y en Cataluña llenaron las calles demandando autonomía política como medio para al solución de los graves problemas económicos, sociales y culturales de Andalucía, y lo hicieron enarbolando por única bandera la verde, blanca y verde que conectaba simbólicamente la reivindicación con las más importantes secuencias del andalucismo histórico, se desmoronó uno de los más fuertes entre los numerosos mitos, antiguos y modernos, existentes en nuestra tierra: el de que en ella no se daba una identidad diferenciada ni, por tanto, conciencia de diferenciación.
(Isidoro Moreno*).
Ese mismo día el joven trabajador Manuel José García Caparrós murió en una de las calles de Málaga, tras los disparos efectuados por un policía nacional al término de la manifestación. Un crimen que sigue todavía pendiente de esclarecer, porque sus responsables siguen bajo el manto protector de lo que sigue quedando como herencia de la dictadura.
No debemos olvidar lo ocurrido y debemos persistir en el empeño, para hacer de esta tierra algo que sea digno y libre. Siguiendo unos versos del poeta David Eloy Rodríguez**:
Tuvimos que aprender
a respirar debajo del agua
y seguimos esperando
que la piel del tiempo
no nos vuelva locos.
No queremos ser tratantes.
No queremos ser esclavos.
*Isidoro Moreno (1993). Andalucía: Identidad y Cultura (Málaga, Ágora, p. 125).
** David Eloy Rodríguez (2000). Miedo de ser escarcha (Sevilla, Qüasyeditorial, p. 43; https://www.nodo50.org/mlrs/Biblioteca/davideloy/escarcha.pdf).