sábado, 7 de noviembre de 2020

A propósito de un artículo de Juan Torres: frente al capitalismo neoliberal y la pandemia, cooperación y solidaridad

La economía es una ciencia que en los tres últimos siglos ha estado ocupada principalmente por quienes han hecho del capitalismo su paradigma. Pese a los esfuerzos de Karl Marx por formular una crítica al funcionamiento de ese sistema económico y a los planteamientos de quienes lo canonizaban como pensamiento, a día de hoy, transmutado continuamente en nuevas formas, el capitalismo sigue viviendo. 

En las últimas décadas, transmutado a su fase neoliberal, el campo académico ha sido invadido por un ejército de mentes pensantes y actuantes que ha contribuido a crear en el planeta un nuevo paraíso. Está ocupado, en primer lugar, por una minoría que va desde gente multimillonaria hasta esas clases medias-altas que se satisfacen a base de posesión y consumo. Están también quienes, dentro o en sus alrededores, mantienen unas expectativas ilusorias de enriquecerse, ascender en la escala social o simplemente recibir una seguridad personal aunque sea a costa de hundir a quienes tienen al lado. Todo un campo de cultivo para que surjan esas propuestas políticas que abundan en el desprecio a quienes son diferentes y la creencia en doctrinas salvadoras más allá de este mundo. 

Economista y catedrático universitario, Juan Torres es una de las mentes más lúcidas en su campo académico. Desde hace bastante muchos años sigo su blog Ganas de escribir y suelo leer los artículos que, siempre interesantes, publican periódicamente algunos medios de comunicación. Ayer Público sacó su artículo "Ni el confinamiento ni la pandemia son la causa de la catástrofe". Su contenido es muy duro, porque el diagnóstico que hace de la actual situación en el mundo no es un canto a la alegría. Pero no por ello deja de ser interesante y, ante todo, útil para comprender dónde estamos y ser capaces de actuar en consecuencia. 

Leerlo es un ejercicio que merece la pena. Dejo aquí, no obstante, algo de lo que aparece en su artículo. Un aviso para navegantes, pero también con un horizonte que nos permita salir del bucle tenebroso en que nos encontramos. Por eso me he permitido la licencia de destacar (en negrita) eso último

La catástrofe proviene de que hayamos decidido acumular aviones de combate, tanques, misiles, naves armadas hasta la bandera… ante el peligro más que hipotético de un ataque militar y no se haya invertido en la previsión de daños más probables, como los producidos por pandemias o desastres naturales.

La catástrofe se produce porque no se ha financiado la investigación básica en el sector público que permite que luego haya innovación privada y porque hemos dejado que el desarrollo de productos básicos, como fármacos y vacunas que ahora necesitamos con urgencia, se supedite al beneficio privado.

La catástrofe se va a producir porque se ha renunciado a que los Estados y los bancos centrales se hagan cargo en última instancia de la financiación de aquello que los mercados no pueden resolver, como ocurre paradigmáticamente con los efectos de un desastre natural, de las emergencias o pandemias como la que estamos viviendo. La catástrofe se produce porque se estableció que los bancos privados financiaran a los gobiernos a costa de multiplicar la deuda a base de intereses.

(…)

Le guste o no a los dirigentes empresariales, las empresas que dejan de funcionar o que sólo pueden hacerlo con baja o mínima actividad no pueden salvarse en medio de una pandemia con más capitalismo (y mucho menos con el capitalismo neoliberal de los últimos decenios que quiere acabar con el Estado) sino con bienes comunes, con ayuda pública, con iniciativa y propiedad públicas y con cooperación y solidaridad, es decir, con socialismo o como quiera llamársele, pero no con el capitalismo que un virus y las malas políticas previas han hecho que deje de funcionar.