Era el momento del siglo XVIII en España. Más concretamente, de los ilustrados. Ese día se enfadó con una alumna porque, según dijo, se estaba riendo mientras hablaba de su paisano Jovellanos. Era puro gesto. Su presencia en clase era como una representación teatral. Todo eso me resultaba simpático. En cierta medida era una caja de sorpresas. Hacía cosas interesantes. Ahí estaban los debates sobre algunos temas (no se me olvida el dedicado a las Comunidades de Castilla). O las excursiones, como la ruta comunera por la provincia de Valladolid o las visitas a Madrid, Toledo y El Escorial. Pero había veces que hacia aguas. Daba la impresión que pertenecía a esa extirpe de hidalgos castellanos que le gustaba hacer ostentación del orgullo patrio. Sobre todo de los gloriosos siglos imperiales. Quizás por eso hiciera de Carlos I o V, según se quiera, su objeto favorito como investigador. Hoy estaba haciendo un expurgo de materiales que conservaba de aquellos años (ya se sabe, apuntes y fotocopias) y me he encontrado con algunas cosas curiosas. Como las viñetas que aparecen en esta entrada. No son las únicas, pero estas me han parecido las que mejor le definen. En esta ocasión no presento un reencuentro virtual sensu stricto, aun cuando luego haya tenido que buscar en la red su imagen. Por ello he sabido que murió hace unos años. Los dibujos que hice durante una de sus clases, creo que dan una idea de su fulgor histriónico. Hasta les di el título de "El show de don Manuel". No creo que con ello pretendiera hacerle daño. Repito, me resultaba simpático.