El partido corrompido hasta los tuétanos espera que la nueva dirigencia de su contrincante, surgida del reciente golpe de mano, le preste su apoyo en la investidura del jefe. El partido corrompido hasta los tuétanos se presta a gobernar, pese a que buena parte de las medidas que tomó años antes hayan sido rechazadas por el resto de los grupos. La nueva dirigencia del partido contrincante, surgida del reciente golpe de mano, quiere dar el visto bueno al gobierno del partido corrompido, austericida y privatizador de lo público.
La nueva dirigencia del partido contrincante, surgida del reciente golpe de mano, está haciendo uso de viejas glorias, semiglorias, camaleones, profesionales de la fontanería política, aspirantes a la misma, arribistas, en fin, todo un totum revolutum para tapar huecos orgánicos, lanzar mensajes exculpatorios y nombrar públicamente lo que se va a hacer pero no se quiere decir. La nueva dirigencia del partido contrincante, surgida del reciente golpe de mano, va a poner en la picota a un personaje camaleónico de bajo perfil y largo recorrido que ayer decía no y no, y ahora va a tener que decir que ni blanco ni negro, sino todo lo contrario, es decir, que abstención. El electorado del partido contrincante, que ha sufrido un golpe de mano reciente en su dirección, está dividido, aunque predomina el que prefiere dejar hacer. Su militancia, acallada para que no se deje ver, está muy enfadada. Una de las partes, la de un territorio crucial, está empeñada en seguir su propio camino en esta historia. El anterior líder está desaparecido, al monigote puesto para dirigir el paripé se le ve con cara de circunstancias, la aspirante maquinadora sigue sin dar el paso definitivo y el gran dinosaurio de la voz profunda ha vuelto a su retiro dorado.
El partido corrompido hasta los tuétanos se está frotando las manos al ver cómo aumentan sus apoyos electorales y hay grupos políticos, el contrincante que acaba de aupara unan nueva dirección mediante un golpe de mano y el comodín aspirante de nuevo cuño que va como los cangrejos, que están dispuestos a dárselos en el parlamento.
El emperador está feliz, porque sus lacayos le son fieles y mucha gente, como se dice que hogaño ocurría durante el imperio romano, también lo está con su panem et circenses. Demasiado, ¡ay!