Acabo de leer en Público (publicado precisamente en Cuarto Poder) el artículo "Por qué protesté contra Felipe González y Cebrián", escrito por un estudiante que participó en la protesta, que se extiende acerca de los motivos que le llevaron, aclara algunas situaciones allí vividas y denuncia la campaña mediática lanzada. Está firmado como Javier González, un nombre ficticio, que obedece a querer evitar que pueda sufrir represalias policiales y académicas.
En primer lugar aclara que la convocatoria no estuvo firmada por ninguna asociación, por lo que la asistencia se hizo a título personal. Rechaza, además, la implicación de Podemos, añadiendo que "la inmensa mayoría de los y las participantes no es, precisamente, defensora de este partido político".
Que hubiera gente con la cara tapada critica a El País por su calificación de cobardía. Lo justifica por las repercusiones negativas de la ley Mordaza, coartadora de la libertad de expresión y represiva. Sobre las caras aparecidas en algunas pancartas, que llevó a La Razón a hablar de etarras, indica que se trataba de víctimas de los GAL, siendo la única imagen de un militante de ETA la de Lasa. Y en cuanto a presencia de algunos símbolos relacionados con el acercamiento al País Vasco de personas presas, matiza que se hicieron al margen de lo organizado.
Rechaza que hubiera violencia, dado que la convocatoria fue en todo momento para un acto pacífico. El único momento de tensión, además puntual, fue cuando "abrieron la puerta para dejar pasar a unos asistentes a la conferencia (a los que no se les impidió acceder, al contrario: se les abrió un pasillo para que pasaran), intentaron acceder a la sala, acción que se topó con la oposición de los encargados de controlar las puertas de acceso. En ese momento se produjo un forcejeo que consistió en empujones, de unos para acceder y de otros para impedirlo. Esa fue toda la violencia que se registró".
Rechaza, así mismo, que se les impidiera hablar. "Ellos decidieron marcharse para no enfrentarse a las verdades que se les gritaban. Ojalá hubiera salido González a rebatir los argumentos, pero no lo hizo porque no puede, porque los hechos están ahí".
Defiende la actuación llevada a cabo como legítima y democrática, dentro del derecho de libertad de expresión. Su rechazo a la presencia de González y Cebrián tienen que ver con la vulneración por el primero de los derechos humanos como "responsable político de un grupo
terrorista montado por el Estado (los GAL)" y por su posicionamiento "sobre
la crisis de los refugiados en Europa o apoyando el TTIP o el CETA, dos tratados
que terminarán con la democracia tal y como hoy la conocemos"
Acaba denunciando el papel jugado por la mayor parte de los medios de comunicación, donde la manipulación y la falta a la verdad son permanentes. La mayoría transmite la información transformándola "a su gusto
y la transmiten de la manera que más les conviene para emitir el mensaje que
consideran adecuado a sus intereses".