La polémica desatada por Ciudadanos en torno a la violencia de género está siendo grande. Primero, con la intervención de Marta Rivera de la Cruz en el debate del miércoles en RTVE, negando la violencia de género y equiparando la ejercida por un hombre sobre una mujer y la de una mujer sobre un hombre; y luego, al día siguiente, con Albert Rivera, que, queriendo matizar lo dicho por su compañera, lo puso peor, cuando dijo que hay otras violencias domésticas además de la de género.
Todo un reflejo de la enorme confusión existente. En gran medida es consecuencia de la ignorancia existente acerca del significado del género, como una categoría propia de las ciencias sociales. Que sea relativamente nueva (surgió explícitamente en los años setenta) no es excusa para no tenerla en cuenta en el análisis de la realidad. En el mundo de las ciencias sociales es frecuente ignorar las innovaciones que van surgiendo y aportan categorías para mejorar el conocimiento, algo que no se hace en otros campos, como la medicina, la física, las nuevas tecnologías, etc. El problema reside en que esa ignorancia, consciente o no, pone en evidencia la insensibilidad existente en amplios sectores de la sociedad, en especial los conservadores, cuando relegan a los conflictos de género como hechos explicables no desde un sistema social, sino como producto de comportamientos individuales.
La idea que se tiene de la perspectiva de género como forma de entender las relaciones entre personas está en la misma onda de la que se tiene con el término feminismo. Y es que, en los dos casos, resulta fundamental insertarlos dentro de un sistema social, el patriarcado, que establece una estructura de relaciones donde el elemento dominante es el varón, en muchos casos identificado como el varón padre, y una ideología propia, que puede denominarse androcentrismo, que crea las formas de justificación de dominio y sumisión. Desde esta perspectiva no podemos hablar sólo de sexos, que sólo atienden a lo propiamente biológico, sino de géneros, donde se tienen en cuenta construcciones culturales que dan sentido a los atributos y roles sociales que cada uno cumple dentro de las sociedades. Estos atributos y roles abarcan todos los aspectos de la vida, esto es, económicos, sociales, políticos, jurídicos, afectivos, etc.
Y en todo esto la sexualidad está supeditada al sistema patriarcal, que, según el lugar y el tiempo, establece la normalidad y lo que sale de ella. Esto último explicaría, por ejemplo, el papel o la actitud mostrada en cada sociedad hacia la homosexualidad (la general y la que relaciona con cada sexo) u otras formas de orientación sexual (bisexualidad, transexualidad, transformismo...). También sirve para explicar el papel asignado a la prostitución, un asunto que está presente en estas elecciones.
En el debate del miércoles fueron PSOE, Podemos y UP-IU quienes marcaron la línea roja que Ciudadanos traspasó. Garzón fue el único que aludió al patriarcado para argumentar que la violencia de género emanaba de ese sistema. No es una simple coincidencia que Ciudadanos sea el partido que defienda la reforma de la ley contra la violencia de género para eliminar el agravante de violencia contra la mujer y también el que defienda la legalización de la prostitución, sobre la que añade que puede ser una fuente de ingresos fiscales.
Hace unos días Garzón emplazó a Albert Rivera a un debate cara a cara. Hoy ha señalado que hay que desmontar a Ciudadanos. Resulta claro que el candidato de UP-IU está apuntando a la clave de estas elecciones. Un partido de la derecha, asentado en mayor medida en los tramos de edad más jóvenes, que se está presentando como el relevo del sistema. Su novedad es sólo superficial, porque defiende los fundamentos del sistema donde estamos: el capitalismo neoliberal, el patriarcado, el atlantismo, el modelo territorial centralista... No en vano, sin tener por ahora cuotas de gobierno, ha permitido que lo ejerzan, según las circunstancias, los partidos tradicionales del sistema: el PP (por ejemplo, en la comunidad de Madrid) y el PSOE (por ejemplo, en Andalucía).