El diario Público, en su sección "Memoria Pública", lleva varios días publicando unos artículos dedicados a la relación que tuvieron los gobiernos de la transición -presididos por Adolfo Suárez- y el propio rey Juan Carlos con la dictadura argentina. En la edición de ayer salió "España planeó una 'solución final' para Euskadi al estilo de Videla". Por esos años Argentina fue escenario de una de las dictaduras más cruentas, que conllevó la desaparición y muerte de miles de personas -¿13.000, 30.000...?-, el encarcelamiento de muchas más, la generalización de las torturas, el secuestro de menores y tantas más ignominias.
Se ha dicho que muchos de los verdugos de las dictaduras del cono sur americano se inspiraron en lo que el régimen franquista puso en práctica desde el inicio de la guerra del 36. La crueldad con la que actuaron los militares chilenos, uruguayos o argentinos recordaba la de sus compañeros de profesión españoles a la hora de torturar, matar, hacer desaparecer y hasta secuestrar a menores, todo ello hecho sin contemplaciones y, por supuesto, con total impunidad. Todo esto, sin olvidar también lo que aprendieron en las escuelas de represión creadas por EEUU.
En el artículo de ayer llaman la atención algunos detalles de las conversaciones mantenidas por representantes del régimen militar argentino y autoridades españolas. Las acciones armadas de ETA y el crecimiento electoral de la izquierda abertzale estaban generando mucha preocupación en medios militares, estando muy extendida la idea de poner en práctica una represión mucho más contundente, al estilo de lo que en Argentina se aplicaba. Durante esos años fueron varios los grupos paramilitares que actuaron bajo la protección de los servicios policiales (Batallón Vasco- Español, ATE, GAL...), cometiendo numerosos crímenes contra militantes de ETA y la izquierda abertzale, sin que faltara gente que no tenía nada ver con esos grupos. Fueron años de una represión dura, en la que hubo una generalización de las torturas y un empleo de métodos muy violentos para disolver todo tipo de movilizaciones, lo que conllevó numerosas muertes. Público nos informa de la simpatía que había en amplios sectores de los mandos militares y policiales, por aplicar una "solución final", con el empleo de una fuerza militar expeditiva. No faltaron algunos personajes civiles, como José Pedro Pérez Llorca -diputado, ministro y uno de los "padres de la Constitución"-, que no menospreciaron esa vía.
La llegada del PSOE al gobierno poco o nada cambió la situación, excepto perfeccionar las formas de represión, incluida la formación del GAL. En 1983 se aprobó el Plan ZEN (zona especial norte), que curiosamente estaba reconociendo de facto al País Vasco y Navarra como entidad propia, pues eran las comunidades donde debía aplicarse.
Todavía en nuestros días se pueden escuchar voces que reclaman soluciones militares para resolver conflictos. Hoy mismo Público informa de la preparación en algunas unidades militares de Valencia para actuar como fuerzas antidisturbios, lo que está ocasionando cierto malestar. Tentaciones peligrosas.