El ministro Juan Ignacio Wert no va a asistir a la gala de los premios Goya de cine de esta noche. Lo anunció el otro día, poniendo como motivo un compromiso en Londres, donde se reunirá con responsables de la administración educativa británica. El problema de agenda surgido a última hora, como se comunicó desde el ministerio, no se lo creía nadie. Hoy Público destapa que la fecha del acto de los Goya se conocía desde abril pasado y que según fuentes oficiales británicas la fecha fijada ha sido una propuesta española reciente. Wert, pues, ha sido puesto en evidencia una vez más.
Que tenía pocas ganas de estar en la gala cinematográfica no es ningún secreto. Además de su bajísima popularidad, es el ministro que más protestas directas está recibiendo. Entre tantas, fue célebre la que recibió en junio de 2013 por parte de quienes se negaron a estrechar su mano durante la entrega de los premios al estudiantado universitario. Relacionado con el mundo del cine, la última edición del Festival de San Sebastián fue escenario de varias protestas, incluidas las palabras que pronunció en su cara el director Juan Antonio Bayona: "sin educación y cultura no llegaremos a ningún sitio". Hace apenas un mes recibió fuertes abucheos durante la entrega de los premios Forqué. Son los vientos que está recogiendo por su nefasta gestión ministerial, llena de decisiones erráticas y su actitud prepotente.
Como ministro -también- de Cultura parece serlo de lo contrario, dada su nula sensibilidad por su protección y promoción. El mundo del cine tiene una larga trayectoria reivindicativa, que expresa en el campo propiamente profesional y también en el político. La edición de 2003, con Aznar al frente del gobierno, fue altamente ilustrativa por la forma que adquirió la protesta contra la guerra de Irak. Con el gobierno actual el sector está sufriendo una dolorosa sinrazón, alejada del comportamiento que recibe en otros países europeos. Esa actitud no deja de ser una clara muestra de venganza por su postura crítica hacia los gobiernos conservadores. A ese distanciamiento ideológico hay que unir la política fiscal regresiva, la escasez de ayudas públicas y la nula valoración de su trabajo. El cine español se ha ganado un prestigio nada desdeñable en el exterior, pero en España sufre la falta de reconocimiento de los medios conservadores, que no pierden ocasión en minusvalorarlo y denigrarlo. La espantada de Wert no es otra cosa que canguelis. Eso no evitará que, aun in absentia, sea recordado esta noche.