Sí, menuda la ha armado Iñaki Urdangarín, esposo de la princesa Cristina y, por ende, como consorte, duque de Palma. Su noviazgo y posterior boda fue sonada en su día, dada cierta fama que el buen mozo tenía como deportista de élite: jugador de balonmano en el Barcelona y la selección española. Ayudó a dar una imagen jovial y dinámica de la descendencia real. En ese tiempo existía preocupación con el heredero, Felipe, que no acababa de centrarse en su papel. Y en el caso de la otra princesa, Elena, que acababa de casarse, por qué negarlo, había pena. Tras su retiro como jugador, el yerno del rey se dedicó a los estudios académicos vinculados al mundo de los negocios y por lo que se ve, le ha ido que muy bien. Numerosas actividades financieras privadas y cargos de alto nivel en empresas punteras. De mientras, importantes recursos públicos orientados a financiar esas actividades para luego ofrecer servicios a las distintas administraciones públicas. Un negocio redondo: dinero gratis a cambio de beneficios más que generosos. Todo muy fácil, pues en el decir de Jaume Matas, expresidente de Baleares, cómo no aprovecharse de su nombre... Claro que en esto necesitaba de cómplices. Por ejemplo, quienes estaban al frente de gobiernos autónomos. Se habla de Baleares, de la Comunidad Valencia... Y de Jaume Matas, de Francisco Camps... Es decir, de dirigentes políticos -del PP, por supuesto- implicados en escándalos de corrupción e imputados judicialmente por diversos y graves delitos. Los números que se barajan son astronómicos. Ahora se dice que en la Casa Real existe una gran preocupación. Normal, porque nada sale de la nada ni es producto del azar. Y lo que es peor para ella, porque vuelve a sacar a escena escándalos en su entorno. No debemos olvidar que el propio monarca estuvo relacionado en los años ochenta y noventa con empresarios que acabaron involucrados en escándalos financieros. En algunos casos, procesados por delitos e incluso condenados. Ya se sabe, los Mario Conde, Javier de la Rosa, Manuel de Prado y Colón de Carvajal...Y como resultas, una importante fortuna amasada. ¡Ay, el dinero, las fortunas...!