He indagado acerca de las razones que se han dado por quienes se han opuesto a tales nombramiento, pero no he encontrado nada, lo que me resulta, además de sorprendente, sospechoso. Pese a ello suscribo lo que se dice en un escrito firmado por numerosas personas del mundo académico y de la cultura que se ha publicado hoy mismo en Rebelión: “nos parece que negarse a reconocer la trayectoria y los méritos de los profesores Fontana y Nadal es un acto de miseria moral del que no podemos hacernos cómplices con nuestro silencio”.
Para mí los dos son de los historiadores que más me han marcado en mi modesta trayectoria vinculada al estudio, la enseñanza y la investigación históricas. A ellos me refiero explícitamente en mis clases de Historia de España y de ellos utilizo fragmentos de algunas de sus obras para intentar que el alumnado comprenda mejor sus entresijos.
De Fontana me resultaron imprescindibles libros como La quiebra de la monarquía absoluta o Cambio económico y actitudes políticas, de donde aprendí las claves de los primeros momentos de la revolución liberal en España y determinados aspectos del desarrollo histórico a lo largo del siglo XIX, donde su autor aúna las correlaciones existentes entre los cambios económicos y los políticos en contextos concretos. En el caso de Nadal, ¿quién no conoce El fracaso de la revolución industrial en España? Título polémico en sí, supuso un paso vigoroso en el análisis e interpretación del fenómeno de la revolución industrial en nuestro país, señalando las limitaciones que hubo en los inicios de ese proceso. Desde caminos distintos, los historiadores coincidieron en que una de las claves para entender el desarrollo histórico español estuvo en las dos grandes desamortizaciones agrarias del XIX, donde se conformó una estructura agraria desigual territorialmente y muy polarizada en la mitad sur. Los dos historiadores fueron a su vez coautores del capítulo “España 1914-1970” de la Historia económica de Europa (6). Economías contemporáneas que coordinó Carlo M. Cipolla.
De Nadal también puedo referirme a La población española (siglos XVI al XX), una de las primeras obras en nuestro país dedicada al estudio de la demografía histórica. Por su parte, de Fontana son La historia, La historia después del fin de la historia y La historia de los hombres, propios del campo de la teoría de la historia o, si se quiere, de su epistemología. La primera fue un referente en España a finales de los setenta sobre las nuevas formas de enfocar el estudio de la historia, fuera de la tradición anquilosada heredada del franquismo; y la segunda, escrita al poco del fin de la Guerra Fría, una rica reflexión sobre los caminos más que diversos que estaba tomando la investigación histórica y, ante todo, un desmontaje del mito del fin de la historia que por entonces se propalaba.
¿Ironías del destino? ¿De la historia? ¿Ironías?
¿Ironías del destino? ¿De la historia? ¿Ironías?