Sus argumentos coinciden con los que Vicenç Navarro o Juan Torres, entre muchos más economistas relevantes, no han dejado de esgrimir reiteradamente. Miren Etxezarreta apunta a un poder económico que, no estando oculto, pasa desapercibido para la mayoría de la gente: “Nos dijeron que el sistema público quebraría con el cambio de siglo, etc. Son fallos garrafales. En el fondo de todo esto hay una operación de largo alcance del sistema financiero. Piensa que los grandes fondos de pensiones son el primer inversor del mundo. De todos los flujos de capitales que hay rondando por todo el mundo, representan el 22%. Mucho mayor que cualquier otro. Se juegan mucho”.
Son unas duras acusaciones contra quienes controlan la economía mundial o quienes desde los gobiernos de los países siguen sus dictados, pero también contra unos sindicatos que han caído en la trampa de firmar un acuerdo regresivo. Sobre esto último Miren Etxezarreta sostiene que no se trata de algo nuevo, sino que tiene una trayectoria de años atrás, cuando con la firma el Pacto de Toledo en 1995 aceptaron el discurso de los poderes económicos de que existe un peligro sobre el futuro del pago de las pensiones públicas: “Han asumido que las pensiones públicas están en peligro. Si fuera verdad, el complemento de las pensiones podría ser público también. En Catalunya una parte del aumento de salarios de los funcionarios va a fondos privados y no puedes renunciar. BBVA, con CCOO y UGT, tiene montada una empresa para gestionar las pensiones privadas. Lo justifican diciendo que si están es mejor, porque controlan ese tema. Pero eso les da un montón de dinero. Si ellos creen lo que dicen, es que están mal asesorados, y si no lo creen, es mucho más grave todavía. Qué capacidad van a tener frente a BBVA, si ni el BBVA la tiene”.
En la revista El viejo topo de este mes Salvador López Arnal nos ofrece en su sección "A sangre fría" unos datos que resultan tremendamente reveladores de todo lo que estamos viendo: el importe del ahorro en la congelación de las pensiones públicas para este año se elevará a 1.500 millones de euros, mientras que lo que el estado ha dejado de percibir en 2010 por las reducciones derivadas de las pensiones privadas han sido 1.443 millones de euros. A esto último hay que añadir los beneficios directos que la banca ha obtenido.
Juan Torres ha publicado en su blog Ganas de escribir el artículo Un gran error de UGT y Comisiones Obreras, en el que analiza sucinta y, para mí, acertadamente las razones por las que considera que la firma por los sindicatos del pacto es un grave error, con una dimensión múltiple. Nos dice, en primer lugar, que “es un recorte de derechos de los trabajadores”. A continuación expone que UGT y CCOO han entrado en el juego del doble razonamiento falso que se viene utilizando para justificar las medidas tomadas sobre el sistema público de pensiones: su insostenibilidad a largo plazo, algo que nadie ha demostrado rigurosamente; y que sólo se puede actuar reduciendo los gastos y no aumentando los ingresos. En tercer lugar, le parece una equivocación decir que se trata de una solución positiva a la crisis de las pensiones y para la salida de la crisis económica general, “algo que nunca van a entender los trabajadores que sean mínimamente conscientes de que con él [el pacto], como es evidente, van a tener menos pensiones y menos cuantiosas”. Abundando en lo que supone la pérdida de credibilidad de esos sindicatos, añade que el cambio de postura que ha tenido sobre lo que meses antes estaban defendiendo ha dado la imagen de que “es posible extorsionarlos y todo el mundo sabe que quien acepta un chantaje termina por aceptar, como le está pasando al gobierno, todos los que vengan detrás y eso, lejos de fortalecerlos, los va a debilitar aún más”. Por último, Juan Torres critica que los sindicatos no hayan intentado “siquiera hacerle frente” al gobierno, lo que “ha frustrado a sus propias bases y a los trabajadores que confiaban en ellos para no perder más derechos”.
Habrá que recordar, una vez más, aquellos versos de Lluís Llach, cuando allá por 1978 advertía con su canto a quienes se estaban dejando engullir por la tela de araña de la reforma política: "No era això, companys, no era això". Lo que nos espera, si no tomamos la decisión colectiva de rechazar semejante agresión.