La capital de Dinamarca ha sido en estos días la capital del mundo. A la cumbre mundial sobre el cambio climático han acudido dirigentes y representantes de los distintos países del mundo. Por allí han pasado Obama, Medvedev, Wen Jiabao, Brown, Sarkozy, Merkel, Lula, Chavez, Evo, Zapatero… En realidad no ha sido nada más que una jaula de grillos donde se ha discutido irresponsablemente sobre un asunto de máxima trascendencia. Todo lo acordado por ahora han sido declaraciones de intenciones y a última hora se ha pospuesto para enero lo relativo al recorte de emisiones contaminantes.
Obama se ha mostrado, como sus antecesores, un claro defensor de los intereses del país más contaminador del mundo. Los líderes de la UE han jugado una carta más amable, pese a representar a los países que durante más tiempo llevan degradando la naturaleza. A Wen Jiabao le ha correspondido jugar el papel de duro, al ser China uno de los últimos países que ha llegado al modelo desarrollista, pidiendo que no se sea más exigente con su país que con los que han provocado el desastre ecológico. Lula ha coincidido con el anterior en la necesidad de un tratamiento diferente según el nivel de desarrollo. Los miembros del ALBA, donde están Venezuela, Bolivia y Cuba, entre otros, decidieron hace unos días abandonar la cumbre, porque veían que no tenían nada que hacer allí, excepto denunciar, como hicieron al principio, el modelo depredador en lo ecológico y en lo social.
En el exterior de los foros oficiales todo ha resultado desolador: un control férreo contra las decenas de miles de personas que han intentado manifestarse, sin que hayan faltado episodios represivos duros. Los medios de comunicación del sistema han utilizado un lenguaje edulcorado para describir lo ocurrido. Ya me hubiera gustado que a las actuaciones policiales, con apaleamientos, detenciones masivas y demás escenas, se les llamara por su nombre y dejaran de minimizarse. Ha parecido como si ese tratamiento informativo equiparara la represión con el frío y la nieve, como si fuera una elemento más del decorado.
No ha faltado en esos medios el manipular u ocultar, según el momento, lo que allí se ha dicho fuera de los discursos dominantes. Aislaron, mediante una frase suelta, su alusión acerca de que si el problema del clima se tratara como el de los bancos, ya se habría solucionado. Luego han llegado a utilizar el abandono de los países del ALBA como un boicot, como dejando caer que de esa manera se sustraen del compromiso vacío oficial al que se ha llegado.
Por último, he podido escuchar algunas opiniones del mundo ecologista moderado, que vinculan los acuerdos y las medidas a tomar sobre el cambio climático a una forma de regeneración del capitalismo. Craso error, porque es no entender la naturaleza del problema. Buscar un modelo de capitalismo ecológico es como hacerlo con la cuadratura del círculo. Imposible.