Ayer, coincidiendo con el acto de investidura de Alfonso Fernández Mañueco, firmé un escrito elaborado por el Movimiento Feminista de Salamanca y otros grupos de Castilla y León en el que denuncia el significado del acuerdo suscrito entre el PP y Vox para el gobierno de la Comunidad. Junto a la continuidad en el modelo neoliberal desarrollado durante los 35 años anteriores por el PP, entre las novedades se encuentran lo relativo a la marcha atrás en los derechos de las mujeres, la memoria histórica y democrática, y las personas inmigrantes. El PP ha asumido el discurso ultrarretrógrado de Vox, en la dirección de derogar, restringir o vaciar de contenido la legislación autonómica aprobada, y limitar el alcance de la existente en el conjunto del estado.
La actitud dentro de la dirigencia y los cargos representativos del PP ante este giro apenas está teniendo voces discordantes. En Castilla y León sólo se ha hecho oír Rosa Valdeón, que fue consejera hasta 2017, denunciando hace unas semanas la nueva situación. Lo más que estamos viendo estos días son gestos vergonzantes y vergonzosos, como el del nuevo líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, quien, sin rechazar el pacto y lo que conlleva, no acudió ayer a la investidura. La deriva del PP hacia la derecha extrema cada vez es más peligrosa, con el riesgo que tiene de que ese espacio acabe por ser ocupado por Vox, su nuevo socio de aventuras. Una actitud que no concuerda con la que otros grupos conservadores europeos (¿todavía?) están mostrando.
(Imagen: tratamiento digital sobre una fotografía publicada en El Español).