Correría 1973 ó 1974 cuando fui a ver con mi hermano Jorge la película Zorba el Griego (de Mihalis Cacoyiannis, 1964), estrenada en España una década después de su aparición. Más allá de los papeles protagonistas de Anthony Queen e Irene Papas, o del impacto que supusieron para mis 15 años algunas escenas, me resultó reconocible de su banda sonora la ya conocida melodía del "Sirtaki". Años después de ver Zorba el Griego supe que esa música era de Mikis Theodorakis.
El artista griego acaba de fallecer. Fue profuso y variado en su creatividad. Tocó géneros que van desde lo propiamente sinfónico hasta las bandas sonoras del cine, pasando por la ópera, el ballet o los himnos. Una parte de sus composiciones tienen como protagonistas a personajes de la rica y ancestral historia de su país. No le faltan otros personajes, individuales o colectivos, de tiempos más actuales y extraídos del pueblo, como combatientes antifascistas o luchadores sociales.
En el mundo del cine, algunos años después (¿1976, 1977...?) de Zorba el Griego pudimos ver en España Z (de Constantin Costa Gavras, 1969), una película que había estado prohibida durante la dictadura, entre otras cosas porque trataba de la gestación del golpe de estado de los coroneles en Grecia. De ella sí supe que el autor de su banda sonora era Theodorakis, como lo fue de las de Estado de sitio (de Constantin Costa Gavras, 1972), Serpico (de Sidney Lumet, 1973) o Actas de Marusia (de Miguel Littin, 1976), también estrenadas en este país nuestro tardíamente. En la primera de ellas el músico griego echó mano del grupo argentino Los Calchakis, cuyos componentes pusieron sus instrumentos andinos al servicio de una melodía cargada de la épica de las acciones de los tupamaros uruguayos.
Conozco de Theodorakis algunas obras más. Por ejemplo, la orquestación que hizo de poemas del Canto General (1971) de Pablo Neruda o la cantata que le dedicó a Federico García Lorca (1983). También, el "Canto Olímpico" que, con letra de Dimitra Manda, compuso con motivo de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Y, claro está, su participación en el disco colectivo dedicado a García Lorca, Poetas en Nueva York (1988), para el que musicó el poema "Son de negros en Cuba", que fue interpretado por Georges Moustaki.
Toda esa actividad estuvo acompañada de un compromiso político a lo largo de su vida. Fue antifascista y comunista. Combatió en su juventud las ocupaciones militares sucesivas de su país durante la Segunda Guerra Mundial por parte de Italia y Alemania. Luego, ya adulto, hizo lo propio contra la dictadura de los coroneles instalada en 1967. Es cierto -todo hay que decirlo- que no le faltaron comportamientos más que sorprendentes, como ocurrió cuando se acercó a la derecha de su país. Hace unos años, en 2012, volvió a salir a la luz cuando, a sus 87 años, tuvo el arrojo de estar en la punta de lanza de la resistencia de su pueblo frente a una nueva agresión exterior, en esta ocasión la de los gobernantes neoliberales de la Unión Europea. Así lo reflejé en una entrada, que titulé "La dignidad de un anciano llamado Theodorakis".
Con Theodorakis se nos ha ido un personaje cargado de una experiencia vital muy rica. En lo cultural y hasta en lo político. Se le echará de menos, pero nos seguirá quedando su música.