sábado, 17 de octubre de 2020

Poesía dedicada a Lenin: 3) tres poemas de Bertolt Brecht



Cantata por el aniversario de la muerte de Lenin

Al morir Lenin,
un soldado de la guardia, según se cuenta,
dijo a sus camaradas: Yo no quería
creerlo. Fui donde él estaba
y le grité al oído: “Ilich,
ahí vienen los explotadores”. No se movió.
Ahora estoy seguro de que ha muerto.

Si un hombre bueno quiere irse,
¿con qué se le puede detener?
Dile para qué es útil.
Eso lo puede detener.

¿Qué podía detener a Lenin?

El soldado pensó:
si oye que los explotadores vienen,
puede que estando sólo enfermo se levante.
Quizás venga con muletas.
Quizás haga que lo traigan
pero se levantará y vendrá
para luchar contra los explotadores.

El soldado sabía que Lenin
había peleado toda su vida
contra los explotadores.

Cuando terminaron de tomar por asalto
el Palacio de Invierno, el soldado
quiso regresar a su hogar, porque allí
se habían repartido ya las tierras de los propietarios.
Entonces Lenin le dijo: quédate,
todavía hay explotadores,
y mientras haya explotación
hay que luchar contra ella.
Mientras tú existas,
tienes que luchar contra ella.

Los débiles no luchan. 
Los más fuertes quizás luchan una hora.
Los que aún son más fuertes, luchan unos años.
Pero los más fuertes de todos luchan toda su vida.
Éstos son los indispensables.



Elogio del revolucionario

Cuando la opresión aumenta,
otros se desaniman,
pero su valor crece.
Él organiza la lucha
por un centavo de sueldo, por el agua de té,
por el poder del Estado.
Le pregunta a la propiedad:
¿De dónde surgiste?
Le pregunta a las opiniones:
¿A quién sirven ustedes?
Donde siempre callan todos,
allí hablará él.
Y donde reina la opinión y se habla del destino,
él dará los nombres.
Donde él se sienta a la mesa,
se está sentando la inconformidad a la mesa.
La comida se echa a perder
y en seguida se ve lo estrecho que es el cuarto.
A donde le echen,
allí irá la insurrección;
y en el sitio
de donde lo expulsen
seguirá reinando la intranquilidad.

Por la época en que Lenin murió y faltó
se había obtenido la victoria, pero el país estaba destruido.
Las masas habían despertado,
pero el camino estaba oscuro.
Al morir Lenin,
los soldados se sentaron sobre las piedras del camino y lloraron
y los obreros abandonaron las máquinas
y agitaron los puños.

Al irse Lenin, fue
como si el árbol le dijera a las hojas:
Me marcho.

Desde entonces han pasado quince años.
Una sexta parte de la tierra
está liberada de la explotación.
Cuando se grita: “Ahí vienen los explotadores”,
las masas siempre se yerguen de nuevo,
dispuestas a luchar.

Lenin está inscrito
en el gran corazón de la clase obrera.
Él fue nuestro maestro.
Él luchó con nosotros.
Él está inscrito
en el gran corazón de la clase obrera.



Los tejedores de alfombras de Kujan-Bulak honran a Lenin

1

Múltiples veces -y con generosidad- ha sido honrado
el camarada Lenin. Bustos se le han erigido
y también estatuas.
Ciudades y niños llevan su nombre.
En todas las lenguas se pronuncian discursos
celebrándole.
Desde Shanghai a Chicago en su honor se organizan
mítines y manifestaciones,
mas veamos cómo
los tejedores de alfombras de Kujan-Bulak,
pequeña aldea al sur del Turquestán,
a Lenin honraron.

Cada noche, allí, veinte tejedores tiritando se alzan
del miserable telar. Ronda la fiebre.
En la estación ferroviaria zumban
los mosquitos que en densa nube suben de la ciénaga
que hay detrás del cementerio de camellos.
Pero el ferrocarril, que cada dos semanas
trae agua y humo,
trae también un día la noticia de que próximamente
va a celebrarse la fiesta en honor del camarada Lenin.
Y todo el pueblo de Kujan-Bulak,
tejedores de alfombras, pobres gentes,
decide que el camarada Lenin también tenga
allí un pequeño busto.
Estremecidos por la fiebre el día de la colecta acuden todos 
y con mano temblorosa entregan,
los copecs tan duramente ahorrados.
Y Stepa Gamalev, soldado
del Ejército Rojo, escrupuloso contador y hombre despierto,
se congratula de ese deseo unánime de celebrar a Lenin.
Mas sus ojos atentos también han visto
temblar las manos,
y eso le lleva a hacer de pronto una propuesta:
El dinero para el busto se gastará en petróleo
que se derramará sobre la ciénaga
que hay detrás del cementerio de camellos,
de donde vienen los mosquitos que
la fiebre causan.
Así, combatiendo la fiebre en Kujan-Bulak
se honrará al desaparecido
pero siempre presente camarada Lenin.
La propuesta se aceptó, y el día
del homenaje, portando uno tras otro sus abollados baldes
llenos del líquido negro, se encaminaron todos a la ciénaga,
y allí lo derramaron.

Honrando a Lenin a sí mismos se beneficiaron
y le honraron beneficiándose a sí mismos.
Aquellos hombres le habían entendido.

2

Ya hemos visto cómo el pueblo de Kujan-Bulak
honró la memoria de Lenin. Derramado
el petróleo sobre la ciénaga, aquella misma noche,
se celebró una asamblea y en ella
alguien propuso colocar en la estación
una placa donde se relatase
el suceso con referencia expresa al cambio de plan
y al trueque del busto de Lenin por el petróleo salvador:
y todo ello en homenaje a Lenin.
Así se decidió
y así se hizo.