sábado, 29 de febrero de 2020

El arte de reparar redes de pesca






















Puerto de Sesimbra, en la costa de la sierra de Arrábida. Uno de tantos repartidos por el mundo donde la mar ha forjado a los héroes de las tempestades y sus vientos. Estuve allí, pero no me fijé en ellos, sino en otros hombres que, provistos de su aguja, su hilo y su navaja, trabajan en silencio remendando las redes. Ensimismados. Fijando su vista sobre el laberinto de cuerdas que, entrelazadas, se multiplican para convertirse en la trampa de los habitantes de las profundidades del mar. Cargados, también, de mucha paciencia. Haciendo todo un arte de la reparación de los estropicios que irremediablemente se hacen en las arriesgadas y fatigosas faenas de la mar. Todo un arte sobre las otras artes de pesca: las de cerco, de trasmallo, de arrastre... Todo un arte pretérito que se pierde en la estela que han ido dejando los tiempos. Arte de reparar, tejer, zurcir... para que el laberinto de cuerdas vuelva a ser lo que era.