martes, 28 de noviembre de 2017

El cartel con la imagen del arcángel Gabriel: una polémica con claros tintes homófobos y de ignorancia














































































El artista Manuel Peña ha sido el ganador del concurso de carteles organizado por la Asociación de Belenistas de Sevilla con motivo de la Navidad de este año. Sin embargo, su obra, en la que aparece el arcángel Gabriel desnudo sujetando entre sus manos una Giralda iluminada de la cual sale una azucena, está siendo motivo de burlas, llegando a atribuirse el premio como producto de la presión del "lobby gay". Se considera que el rostro del arcángel es afeminado, que el desnudo está cargado de sensualidad o que las plumas destacan en demasía, lo que resulta impropio para una imagen de naturaleza religiosa. 

Basar el rechazo a ese tipo de argumentos, me resulta curioso, por no referirme precisamente al carácter homófobo que contienen. Suponen, además, una clara manifestación de ignorancia, ajena a la realidad del mundo del arte en la tradición católica. En su diversidad a lo largo del tiempo, en determinados momentos ha dado lugar a manifestaciones muy relevantes donde el desnudo o la sensualidad han estado presentes.    

Para el caso que nos ocupa, no debe olvidarse que los elementos que contienen la obra ganadora no están exentos de un claro simbolismo religioso, entroncado con la tradición iconográfica católica. Veamos algunos ejemplos.


De entrada, el tema que recoge es el momento bíblico en que Gabriel anuncia a María que va a ser concebida por el Espíritu Santo, siendo, así, el origen de la fiesta de la Navidad tal como se celebra desde algunos siglos en el mundo cristiano. En la intención del autor se encuentra hacer un homenaje a la escuela sevillana barroca de pintura, de la que se celebra el cuarto centenario de su inicio, y en especial al artista Bartolomé Esteban Murillo. Precisamente en esta escuela el realismo constituye uno de sus rasgos m
ás destacados. Que haga uso del desnudo o de un rostro tan afeminado o, quizás más, andrógino no deja de ser algo que ha caracterizado con frecuencia a la representación de ese tipo de seres, incluyendo a los trabajos del propio Murillo. En el caso de la azucena, dicha flor ha estado relacionada con la virginidad, razón por la que es portada por el arcángel Gabriel.  

Dicho esto, me vienen a la memoria algunas obras del mundo del arte donde aparecen figuras religiosas cuya representación contiene una carga sensual más que llamativa: "San Juan Bautista", de Leonardo da Vinci; "María Magdalena", de Tiziano; un fragmento de la obra "Resurrección de Cristo", de El Greco; la escultura "Éxtasis de Santa Teresa", de Bernini; o el ángel del grupo escultórico "La Oración del Huerto", de Salzillo.  



 


Podría continuar, pero aquí me quedo. Al menos, por ahora. Y es que el tema da para largo.