Ayer fue Teresa Rodríguez, secretaria general de Podemos Andalucía, la que tuvo que sufrir la "bromita" de un empresario que simuló darle un beso en la boca. Hace unos días un ministro chileno recibió públicamente el regalo de una muñeca hinchable desnuda ("para estimular la economía", dijo) de manos de otro empresario, riendo la gracia y en medio de un jolgorio general... de machos, claro. Hace unos cuantos años, diez, el señor Aznar se tomó la licencia de poner un bolígrafo en el escote de la periodista María Nebot, de la cadena Cuatro, cuando ésta le formulaba una pregunta. En 2010 Francisco León de la Riva, alcalde de Valladolid, salió diciendo entre periodistas lo de "cada vez que veo los morritos de [la ministra] Leire Pajín, pienso lo mismo". En pleno caso Bárcenas, en 2013, Carlos Floriano, entonces secretario de organización del PP, le contestó con un "dame un besito" a otra periodista, Cristina Pardo, cuando le preguntaba por el caso del tesorero.
El empresario de la muñeca ha pedido disculpas y el ministro ha reconocido que no supo medir lo ocurrido. El empresario del beso simulado no ha negado su acción y ha pedido disculpas por ello, pero le ha quitado hierro diciendo que se trataba de una broma y había sido fruto de unas copas de más. El alcalde pucelano, experto en ese tipo de lides, se congratuló aún más por su verbigracia. Y los señores Floriano (el de "nos ha faltado piel") y Aznar, como si nada.
María Nebot denunció lo ocurrido en varios medios de comunicación. Leire Pajín agradeció la reacción crítica generalizada de la sociedad ante las palabras del alcalde. Cristina Pardo trató el asunto con sorna comedida. Teresa Rodríguez, en fin, denunció de inmediato ante el juez lo que considera que ha sido una agresión sexista.