En mayo de 2011 se dio un vuelco electoral que se ratificó en las elecciones generales noviembre. Ganó la derecha y el PSOE perdió su hegemonía histórica. IU subió algo, lo que no se debe despreciar. Pero fue llamativa la división en la derecha. El PP se rompió. Francisco Álvarez Cascos, otrora tan todopoderoso como la mano derecha de Aznar, no aceptó su defenestración por María Dolores de Cospedal. La retó en mayo y salió ganando con su FAC. Pero insuficientemente. Por eso se vio obligado a convocar unas nuevas elecciones, ante la imposibilidad de sacar adelante los presupuestos de la comunidad. Ahora ha evitado ser superado por el PP, como hiciera en noviembre –cosa lógica, si bien FAC obtuvo un escaño en el Congreso-, pero ha perdido fuelle. No se sabe qué va a ocurrir, con un empate de escaños entre la derecha, FAC y PP, y la izquierda, PSOE e IU. UPyD, con su diputado, tiene que decidir.
La derecha en Asturias ha ido tomando cuerpo político progresivamente -¡quién lo iba a decir en la tierra de mineros!. El desmantelamiento que se hizo en los años ochenta en el tejido productivo tradicional (minería del carbón, siderurgia, construcción naval…) no ha dado con la recuperación económica de la comunidad, pero sí ha ido conformando una nueva realidad social, basada en la terciarización de la economía y una atomización productiva basada en la propagación de pequeñas empresas y la mano de obra autónoma. La desconcentración de la mano de obra asalariada ha ayudado a su desarticulación social y la consiguiente desideologización. Ahí radica la base del crecimiento de la derecha, que en las autonómicas de 2011 dio un salto de 50.000 votos sobre las de 2007, llegando a más de 70.000 en las generales de noviembre.
Es cierto que durante bastantes años esa situación benefició al PSOE, que nunca perdió ninguna de las elecciones hasta 2011, cuando se dejó unos 70.000 votos en las autonómicas, aunque mejoró algo en las generales. Los grupos de izquierda siguen manteniendo su peso en la cuenca minera, con porcentajes cercanos en torno al 60% en Mieres, Langreo, Laviana o San Martín; o por encima del 50% en Pola de Lena y Aller-Moreda. IU es donde obtiene sus principales apoyos, que Mieres llega al 27% y Langreo, al 22,6%. Sin embargo, los antiguos núcleos industriales de Gijón (46,1%) y Avilés (49%) se han quedado para esos dos grupos algo por debajo de la mitad, mientras que en la capital, Oviedo, sólo han obtenido el 37%.
Lo ocurrido el domingo ha supuesto cierto reequilibrio en el mapa electoral tras el vuelco de 2011. La abstención elevada ha afectado a los tres mayoritarios: el FAC ha perdido 54.000 votos sobre las autonómicas de 2011; el PP, 12.000 (2.000 sobre las de 2007); y el PSOE, 20.000 (93.000 sobre 2007). IU, por el contrario ha subido en 7.000 votos (10.500 sobre 2007); y UPyD, en 2.000. Ahora el bloque de derechas suma 231.500 votos (46,3%), que con UPyD llega a 250.000 (50,1%). PSOE e IU se quedan por debajo, con 229.000 (45,8%). Pero es que en las autonómicas de 2011 el reparto porcentual era del 52% para la derecha (49,6%, PP y FAC) y del 40,2% para la izquierda. Y en las generales de ese año era del 54,1%
y 42,5%, respectivamente.
En Asturias no ha llegado a ocurrir lo de Andalucía, donde la suma PSOE e IU va a impedir, de sobra (50,8% de los votos y 53 escaños), un gobierno del PP (40,65% y 50 escaños). Pero el PSOE asturiano ha frenado algo su caída, perdiendo votos, pero ganando 2 escaños; e IU ha aumentado en votos y en un escaño; mientras que la suma PP y FAC ha quedado por debajo de 2011, perdiendo votos y 4 escaños, aunque compensados algo por el ganado por UPyD.
Como dije antes, este último grupo deberá decidir. Por su naturaleza política está más en la derecha que en la izquierda y coincide con PP y FAC en un modelo de estado centralista, a quienes incluso supera. Otra cosa es que opte por dejar gobernar a la fuerza más votada, que es el PSOE. Pero ahora mismo eso son puras conjeturas y la solución la tendremos cuando lo decida. Lo que parece claro es que el resultado ha introducido una cura de humildad al líder del FAC, quien parece decidido a pactar con el PP, una vez que su presencia en el gobierno, con presidencia o sin ella, peligra tras lo ocurrido el domingo. También parece claro que las medidas que está tomando el gobierno del PP le están afectando.