Vi ayer, entre indignado y sorprendido, un vídeo donde el presidente de la Asociación de Prensa de Granada amenazaba con un cinturón a una mujer que, portando una bandera palestina, protestaba en un acto donde se celebraba los 25 años de relaciones diplomáticas con el estado de Israel. Otra mujer que la acompañaba en la protesta, mientras grababa con vídeo lo que estaba ocurriendo, fue acto seguido empujada. Las dos, miembros de la Plataforma en Apoyo de los Derechos del Pueblo Palestino. Las imágenes, recogidas por Canal Sur y la prensa gráfica, no dejan dudas acerca de la actitud del periodista-presidente, que horas después se vio obligado a dimitir y pedir disculpas. Lo que más me llama la atención sobre la reacción violenta es el empleo de un cinturón y la tranquilidad con la que se lo va quitando, mientras se levanta de su asiento para dirigirse a la mujer que grita consignas contra el estado de Israel. Por lo inusual del gesto, se puede deducir que no es la primera vez que ha usado ese objeto con la intención, aunque sólo amenazante, de pegar. Resulta muy extraño que alguien reaccione espontáneamente de esa manera, cuando tiene delante a otra gente y numerosas cámaras de televisión y fotografía, si no fuera por que podría haberlo hecho en otras ocasiones. Un varón, cinturón en mano, frente a una mujer y una bandera palestina. Todo un símbolo.