María Gómez Valbuena tiene más de 80 años de vida. Es monja de la congregación de Hermanas de la Caridad y por eso suelen anteponer a su nombre el apelativo sor. Hacerlo confiere distinción. La de una persona entregada de por vida y con plenitud a Dios y, en su caso, por la congregación a la que pertenece, hacerlo desde la ayuda al prójimo mediante la caridad. María Gómez Valbuena, sin embargo, está acusada de algo que no concuerda con lo antes descrito. La fiscalía madrileña la ha acusado de un delito muy grave: el de detención ilegal de bebés. Dicho en un lenguaje más claro, no es otra cosa que el de robo de bebés de madres recién paridas para su entrega a otras familias a cambio, además, de una suma de dinero.
Se sabe que desde los albores del franquismo se robaban bebés a las madres encarceladas por rojas, que esas prácticas se fueron extendiendo a madres solteras o prostitutas, e incluso se llegó a hacer a simples mujeres que tuvieron la mala suerte de cruzarse con las redes involucradas en el tráfico de bebés. Unas prácticas que continuaron durante los años ochenta. En todo momento participaron médicos, enfermeras, abogados, notarios, funcionarios de distintas instancias, monjas... Las denuncias se están multiplicando durante los últimos años. Lo están haciendo las propias madres, familiares y en algunos casos hasta los hijos o las hijas que fueron víctimas del robo. No todas están siendo admitidas en las fiscalías o en los juzgados, pero algunas sí. Cada vez se sabe más, aunque sea poco todavía y se corra el riesgo de que no se pueda destapar todo lo ocurrido. En el periódico Diagonal se ha publicado una información muy interesante que merece la pena leerla.
En la fiscalía de Madrid se ha admitido la denuncia de María Luisa Torres, a quien María Gómez Valbuena engañó cuando nació su hija Pilar. No importan ahora los detalles. Es un caso más de tantos parecidos. Es la actuación humillante de quien se erige en el poder moral sobre una persona indefensa en una situación anímicamente muy vulnerable que, ante la sorpresa por lo que está ocurriendo, se acaba renunciando por miedo a seguir adelante. En otros casos, no sé si cabe decir que más crueles, se hacía comunicando la muerte del bebé. En otros, sobre todo en los primeros momentos del franquismo, con el descaro de arrancárselos a las madres acusadas de rojas. Fue el momento en que se juntaron la aplicación de las teorías racistas de psiquiatras como Antonio Vallejo-Nágera, la dictadura de la moralidad católica y la corrupción de quienes se aprovecharon económicamente de las tramas.
María Gómez Valbuena, monja de las Hermanas de la Caridad , se cree inocente. Pero se ha negado a declarar ante la justicia. Quizás, por su edad, esté a la espera de que pronto se imparta la que en más cree, esto es, la justicia divina. Aquí, desde luego, lo tiene difícil.