Agua
Dejamos en
el mundo la estrategia
De un
pescador invisible
Y
tropezamos con amarres del viento
Con sedales
de nada.
Manuel Fernando
Macías (1974-).
Arboleda entretenida
Me lo
figuro
y te sueño
en lo
bolillos.
No se ha
roto mi fin
y te busco
en la nieve
jugando con
los niños
al carro de
los árboles.
Mañana son
las cinco
y tu
pañuelo
estreno.
Me hizo
señas al aire.
Remigio González
“Adares (1923-2001).
Árboles
Desde el
interior, los árboles avanzan hacia el bosque,
el bosque
que estuvo vacío todos aquellos días,
donde
ningún pájaro podía posarse,
ningún
insecto esconderse,
y ningún
sol podía enterrar su pies en la sombra;
en el
bosque vacío de esas noches,
los árboles
abundarán por la mañana.
Las raíces
se esfuerzan toda la noche
por
desprenderse de las grietas
en el suelo
de la terraza.
Las hojas
se retuercen hacia los vidrios,
pequeños
vástagos endurecidos por el esfuerzo
largas y
torcidas ramas que se desprenden con dificultad
bajo el
techo, como pacientes recién dados de alta,
medio-aturdidos,
dirigiéndose
hacia las
puertas de la clínica.
Aquí me
acomodo. Las puertas se abren hacia la terraza,
escribo
extensas cartas
donde
apenas menciono el bosque
y su
partida de la casa.
La noche
está fresca, la luna entera brilla
en un cielo
aún abierto.
El aroma de
hojas y liquen
llega como
una voz a las habitaciones.
Mi mente
está plena de susurros
que
permanecerán en silencio mañana.
Escucha.
Los vidrios se quiebran,
se
tambalean los árboles
Hacia la
noche. El viento
se apresura
a recibirlos.
Como un
espejo la luna se ha quebrado
y en la
copa del roble más alto
relampaguean
ahora sus fragmentos.
Adrienne Rich
(1929-2012).
Traducción de
Myriam Díaz-Diocaretz.
Con las mismas manos de acariciarte
estoy construyendo una escuela...
Con las
mismas manos de acariciarte estoy construyendo una escuela.
Llegué casi
al amanecer, con las que pensé que serían ropas de trabajo,
Pero los
hombres y los muchachos que, en sus harapos esperaban
Todavía me
dijeron señor.
Están en un
caserón a medio derruir,
Con unos
cuantos catres y palos: allí pasan las noches
Ahora, en
vez de dormir bajo los puentes o en los portales.
Uno sabe
leer, y lo mandaron a buscar cuando supieron que yo tenía biblioteca.
(Es alto,
luminoso, y usa una barbita en el insolente rostro mulato.)
Pasé por el
que será el comedor escolar, hoy sólo señalado por una zapata
Sobre la
cual mi amigo traza con su dedo en el aire ventanales y puertas.
Atrás
estaban las piedras, y un grupo de muchachos
Las
trasladaban en veloces carretillas. Yo pedí una
Y me eché a
aprender el trabajo elemental de los hombres elementales.
Luego tuve
mi primera pala y tomé el agua silvestre de los trabajadores,
Y,
fatigado, pensé en ti, en aquella vez
Que
estuviste recogiendo una cosecha hasta que la vista se te nublaba
Como ahora
a mí,
¡Qué lejos
estábamos de las cosas verdaderas,
Amor, qué
lejos -como uno de otro!
La
conversación y el almuerzo
Fueron
merecidos, y la amistad del pastor
Hasta hubo
una pareja de enamorados
Que se
ruborizaban cuando los señalábamos, riendo,
Fumando,
después del café.
No hay
momento
En que no
piense en ti.
Hoy quizás
más,
Y mientras
ayude a construir esta escuela
Con las
mismas manos de acariciarte.
Roberto Fernández
Retamar (1930-2019).
las diez de la mañana de la vida
¿No sientes
que hay días en los que parece que empieza todo?, ¿qué todo es posible a partir
de ese día?
Isabel Bono
(1964-).
La esperanza
Puesto que
hay cielo hay siempre la esperanza de que
[un ave lo
cruce
Me llevaría
conmigo
El cuerpo
en oración
De puerta
en puerta
De tejado
en tejado
De corazón
en corazón
Qué
importará el frío, la lluvia! Del sol tomo alimento
Como
limosna dadme el cielo azulado! Nunca será bastante
Mi gratitud
a la mujer al amor
Les debo la
existencia
Rompamos
las espadas
Enarbolemos
plumas
Liberemos
el sueño
Y que el
poeta releve a los soldados
El amor es
un único grito
Si es
verdad
Sus ecos
bastan para vivir para sobrevivir
He
destruido la fachada tapiada del odio
Finalizo el
asalto
El amor es
más fuerte que todo.
Moodu Kara Faye
(1985-2003).
No quiero
No quiero
que los besos
se paguen
ni la
sangre se venda
ni se
compre la brisa
ni se
alquile el aliento.
No quiero
que el
trigo se queme y el pan se escatime.
No quiero
que haya
frío en las casas,
que haya
miedo en las calles,
que haya
rabia en los ojos.
No quiero
que en los
labios se encierren mentiras,
que en las
arcas se encierren millones,
que en la
cárcel se encierre a los buenos.
No quiero
que el
labriego trabaje sin agua
que el
marino navegue sin brújula,
que en la
fábrica no haya azucenas,
que en la
mina no vean la aurora,
que en la
escuela no ría el maestro.
No quiero
que las
madres no tengan perfumes,
que las
mozas no tengan amores,
que los
padres no tengan tabaco,
que a los
niños les pongan los Reyes
camisetas
de punto y cuadernos.
No quiero
que la
tierra se parta en porciones,
que en el
mar se establezcan dominios,
que en el
aire se agiten banderas
que en los
trajes se pongan señales.
No quiero
que mi hijo
desfile,
que los
hijos de madre desfilen
con fusil y
con muerte en el hombro;
que jamás
se disparen fusiles
que jamás
se fabriquen fusiles.
No quiero
que me
manden Fulano y Mengano,
que me
fisgue el vecino de enfrente,
que me
pongan carteles y sellos
que
decreten lo que es poesía.
No quiero
amar en secreto,
llorar en
secreto
cantar en
secreto.
No quiero
que me
tapen la boca
cuando digo
NO QUIERO...
Ángela Figuera
Aymerich (1902-1984).
Resurrección en la tierra
Mirar al
cielo. Luego,
a la
tierra. Decir
hay un
sueño que espera ser soñado.
Un sueño
espera ser soñado.
La boca
seca. No hay
saliva.
Alzar los ojos,
donde los
gavilanes
y los
misiles. No, los ojos
a ras de
suelo,
donde la
hierba,
entre la
herrumbre,
donde la
hierba arde
verde y
poderosa.
He perdido
las armas.
He tirado
el escudo.
De entre
todas las verdades elijo
una sola:
la caricia del sol
en el
tronco de mi alma
calcinada.
Chantal Maillard
(1951-).
Señores, yo sé bien de los
venenos...
Señores, yo
sé bien de los venenos de la literatura:
la tiranía
impúdica y terrible de una Belleza impura
que nos
mancha los labios de palabra, los ojos de figura
y el
cerebro de sueños o pecados, en flagrante, diabólica impostura.
No la deseo
a nadie, y nadie debe desearla nunca,
pero
benditos los que se someten a su mirada oscura.
Carmen Jodra Davó
(1990-2019).
Tengo…
Tengo
delante
de
mí
un
mundo
nuevo.
Tengo
la
luz.
Sí,
la
luz
lo
es
todo.
Nada.
No
hay
problema.
Se lo diré.
Estrellas y
soles,
por un
lado.
Montes y
ríos,
por otro.
Luz y
calor,
en otro
sitio.
Naturaleza.
Ilusión en
todo.
Amor.
Ése es el
escenario.
Ahí está la
vida.
¡Ése es el
teatro del mundo!
Diego Sánchez Curto (1958-).
Tiempo de amor
Sólo cuando
me amas
se me cae
esta máscara pulida
y mi
sonrisa es mía
y la luna
la luna
y estos
mismos árboles
de ahora
este cielo
esta luz
presencias
que se abren
hasta el
vértigo
y acaban de
nacer
y son
eternos
y tus ojos
también
nacen con
ellos
tu mirada
tus labios
que al nombrarme
me
descubren.
Sólo cuando
te amo
sé que no
acabo en mí
que es
tránsito la vida
y que la
muerte es tránsito
y el tiempo
un carbúnculo encendido
sin ayeres
gastados
sin futuro.
Claribel Alegría
(1924).
Una mujer y un hombre llevados por
la vida
Una mujer y
un hombre llevados por la vida,
una mujer y
un hombre cara a cara
habitan en
la noche, desbordan por sus manos,
se oyen
subir libres en la sombra,
sus cabezas
descansan en una bella infancia
que ellos
crearon juntos, plena de sol, de luz,
una mujer y
un hombre atados por sus labios
llenan la
noche lenta con toda su memoria,
una mujer y
un hombre más bellos en el otro
ocupan su
lugar en la tierra.
Juan Gelman
(1930-2014).