Suele ser normal que los grupos políticos nieguen o minimicen sus situaciones de crisis. Es lógico. Supone una forma de defenderse de los ataques que puedan recibir desde fuera. Y también una forma de evitar que la desazón o el malestar aumenten internamente.
Podemos está pasando una crisis. Dentro de lo normal que ocurra, porque ningún grupo se libra, lo cierto es que está pasando el peor momento desde su fundación. Ya en el verano vio frenado su ascenso en la intención de voto, si bien en las elecciones de diciembre logró resultados mejores de lo que semanas antes se preveía. El problema es que en el proceso de investidura del jefe de gobierno ha puesto al descubierto una importante contradicción que tenía en su seno. En parte derivada de las dos concepciones políticas principales que tiene. Sus dos almas.
La que parece haber sido derrotada, es la liderada por Íñigo Errejón, que cuenta con los apoyos de Carolina Bescansa o Sergio Pascual. La destitución -y, sobre todo, la forma de llevarla a cabo- de Pascual como secretario de Organización y el silencio de Errejón así lo evidencian. Es la línea más moderada y pragmática, partidaria de la transversalidad política y acorde con los postulados teóricos del populismo de Ernesto Laclau.
La que parece haber salido vencedora, por ahora, es la que se vincula con Juan Carlos Monedero, dirigentes provenientes de IU (Rafa Mayoral, Irene Montero...) o de Izquierda Anticapitalista (Teresa Rodríguez, Miguel Urban, Pablo Echenique...). Es la que se identifica mejor con la izquierda, independientemente que lo expliciten o no.
Pablo Iglesias ha tendido a nadar entre dos aguas. Hasta que tomó su decisión de destituir a Pascual seguía la estrategia marcada por Errejón, aunque de vez en cuando lanzara guiños hacia su izquierda. Pero el que haya acabado nombrando como secretario de Organización a Echenique, resulta muy sintomático de cuál va a ser su nuevo derrotero.
¿Por qué? Intentaré explicarme. La estrategia de Errejón ha alcanzado sus límites. No ha servido para ganar el centro político, una parte del cual sigue en manos del PSOE y otra ha sido ocupada por Ciudadanos. Además, las elecciones de diciembre dejaron claro que un sector nada desdeñable del electorado de izquierdas no iba a darle su apoyo, manteniendo su confianza hacia IU-UP.
El desarrollo del debate de investidura ha defraudado a parte del electorado más moderado de Podemos, deseoso de un acuerdo de gobierno incluso con Ciudadanos o al menos de permitir un gobierno de PSOE y Ciudadanos. Los sondeos están apuntando a la pérdida de apoyos electorales y una parte lo haría por la izquierda, precisamente los que parece que está ganando IU-UP.
El nombramiento de Echenique por Iglesias se está justificando como una forma de recuperar las esencias de Podemos desde un mayor protagonismo de los círculos de base. No voy a entrar por ahora en el carácter hipercentralizado del partido y en el hiperliderazgo de Iglesias. La foto de éste con Echenique es una escenificación del nuevo camino que parece que va a emprender Podemos.