El autor ha recurrido parcialmente al mito de Romeo y Julieta a través del amor Carmen, hija del armador, y Mario, hijo del líder sindicalista. No hay una cerrazón familiar que impida la relación, pero la tragedia se masca dentro de la dicotomía de la mar serena y la mar revuelta. La obra es una exposición en público, con mucho atrevimiento, del vivero social que explica lo que ha sido, y parte sigue siéndolo, la realidad de este municipio gaditano de tradición marinera.
Ayer fue el aniversario del naufragio del Pepita Aurora. Siete años han pasado y el recuerdo estuvo latiendo en la obra. Ésta no es una historia de lo ocurrido, pero sí nos muestra el ambiente social que ayuda a comprender por qué tantas veces los accidentes no son sólo efecto de los fenómenos naturales. Es verdad que fue el viento de levante el que llevó a la muerte a ocho marineros, tres de ellos desaparecidos, pero también lo es que hubo una decisión, la del responsable del barco, para salir de puerto en medio de tanto peligro y con exceso de carga.
No fue, pues, el designio del mar embravecido el que trajo la muerte. Hubo una decisión humana que la condujo. Como Sergio Román nos cuenta en La Aurora de Barbate.