El pasado 21 de diciembre The Washington Post publicó un reportaje acerca de las acciones encubiertas de nuevo tipo que EEUU lleva realizando desde algo más de una década en Colombia. Han tenido como destinatarios dirigentes de los grupos guerrilleros FARC y ELN, que en al menos dos docenas han sido víctimas de un nuevo sistema de ataque con "bombas inteligentes" dotadas de un sistema de GPS, capaces de rastrear y localizar objetivos en entornos difíciles, como la selva ecuatorial, y con un elevado nivel de precisión. Se trata de unas acciones financiadas por el gobierno de EEUU, desarrolladas a través de la CIA y la NSA, y relacionadas con el Plan Colombia, que empezó a funcionar en 2000. En su mayor parte coincidieron con las presidencias respectivas de George Bush hijo y Álvaro Uribe, aunque sus sucesores, Barack Obama y Juan Manuel Santos, han continuado con los programas. En varias ocasiones dichas acciones se llevaron a cabo dentro de territorio de países vecinos, como Venezuela y Ecuador, lo que motivó graves situaciones de tensión entre los gobiernos.
La noticia que ha sido desvelada ha generado aparentemente preocupación en las altas esferas estadounidenses. También viene a corroborar lo que ya se sospechaba. Según ha declarado el presidente de Ecuador, Rafael Correa, la noticia confirma un hecho gravísimo, pero también se pregunta si su publicación ha sido fruto de la casualidad o si tiene como objetivo socavar el plan de paz que se está trazando entre el gobierno colombiano y las FARC, sobre todo desde que en noviembre pasado se firmara un acuerdo prometedor. Todo está por ver, pero no se puede descartar nada. Y más, cuando andan tantos intereses en juego.