Casi han trascurrido dos semanas desde que ocurrió el terremoto de Haití. No he podido escribir todo lo que me ha pasado por la cabeza, salvo la comparación que hizo monseñor Munilla entre las víctimas del terremoto y la degradación moral que hay en España. Todo lo que he pensado ha sido producto de la rabia por que los desastres naturales se ceben sobre la gente pobre y también por las cosas que uno tiene que oír en los medios de comunicación del sistema y entre la gente. No soy capaz de hilar unas frases que intenten expresar racionalmente lo que está ocurriendo en el país caribeño, teniendo en cuenta que no es el país más pobre de América porque esté lleno de personas ignorantes e inútiles. Tampoco sólo porque sus gobernantes hayan sido corruptos e ineptos, pues han sido serviles a sus amos colonialistas. Primero, España. Después, Francia, que desde el siglo XIX hizo de sus tierras un monocultivo de la caña de azúcar, empobreciendo el suelo y a sus habitantes, y enriqueciendo a azucareros y comerciantes. A lo largo del siglo XX, por EEUU, que no dudó en invadir el país en 1915 e instalar gobernantes títeres. Entre ellos, François Duvalier, Papa Doc, y su hijo Jean Claude, Baby Doc, tiranos crueles y corruptos donde los haya. Tras el derrocamiento del último en 1986 lo que le ha seguido han sido más intervenciones del poderoso vecino del norte. Dos veces, en 1991 y 2004, fue desposeído de la presidencia Jean Bertrand Aristide, que buscó tímidamente una vía más independiente, pero sin que pudiera concluir sus mandatos. Las metralletas y el águila imperial lo impidieron. Ahora vive exiliado en Sudáfrica y desde allí contempla en la distancia el dramático destino de su pueblo.
Tras el terremoto EEUU ha enviado más soldados, 15.000 creo recordar, a sumar a los que ya tenía desplegados en ese país y los que hay de otros países. Unas tropas nada ejemplares en su comportamiento, ni siquiera en estos momentos. Pese a ello se oyen voces de mercaperiodistas que claman para que Haití sea anexionado. Dicen que entre parte de la población se pide también. No sé cuánto tiene de realidad y su dimensión, pues no fío de lo que se lee en los medios de comunicación del sistema. Si fuera así, ¡a dónde lleva la miseria y la ignorancia que genera! Es el sueño del príncipe azul. Un cuento, vamos.
Hay en todo esto algo que no debe olvidarse. Haití se encuentra a pocos kilómetros de Cuba. Hacer de este país un plataforma militar "autorizada legalmente" por quien sea, me suena a mí a algo más. A mirar hacia el oeste, hacia la isla deseada. De ayuda al pueblo haitiano, pues, nada. Sólo limosnas, juegos de artificio, más de lo mismo y nuevo intento por aumentar la presencia en la zona. Y es que a Cuba le tiene EEUU ganas.