Hace casi dos décadas hice un repaso de la presencia en el mundo de la literatura del Partido del Trabajo de España y las organizaciones de su entorno (JGRE, CSUT, SOC, ADJ, ADM...) . Como tales o a través de sus militantes. En su mayoría se trata de novelas, pero no falta la poesía. Casi todas, escritas por plumas conocidas. Y en algunos casos, resultado de experiencias personales. Que hayan ido apareciendo constituye el reflejo de los años del tardofranquismo y la Transición, así como de lo que vino después. Ahora rescato lo que escribí entonces, aunque con algunas pequeñas modificaciones y un añadido.
Ha habido
militantes (exmilitantes, en realidad) que han hecho de sus novelas una
especie de purificación de su paso por la organización. Como el caso de Andrés Trapiello
en su novela El buque fantasma. Su título ya indica la naturaleza y el fin de la
empresa en la que se embarcó, y de la que, al parecer, según sus propias
palabras, supo salirse a tiempo.
También Mercedes Soriano se ha sumergido en
sus años de militancia a través de una trilogía compuesta por las novelas Historia
de no, Contra vosotros y ¿Quién conoce a Otto Weininger?
Resultan también una forma de autoexpurgación, personal y generacional, de sus
años de lucha política. Nos pinta un mosaico de
flaquezas personales y colectivas, que son para ella, en el fondo, las
de su generación. En sus obras asoman más las miserias que las grandezas,
porque las secuelas, es decir, el después,
llevaron, en ese “sálvese quien pueda” o “tonto el último”, a que cada
cual se asentara en lugar de la jerarquía social que le correspondía,
olvidándose de los ideales por los que lucharon.
Ha habido
también algún escritor que describe el desencanto de la generación joven que
lucha contra el franquismo en sus momentos finales, como hace Raimundo Castro
en La quema. En ese fresco de protagonistas de distintos grupos de
izquierda, se menciona en algunas ocasiones al partido (en forma de PCE(i) o de
PTE) y a su organización juvenil (JGR), desde la propia historicidad de los
acontecimientos y a través de un personaje, caracterizado por el oportunismo
político, que acaba haciendo lo que inicialmente criticaba.
Manuel
Vázquez Montalbán, en su excelente novela El pianista, donde plantea el
problema de la coherencia política de las personas en dos generaciones y en
tres momentos de sus vidas, también da paso en uno de sus escenarios al “PCI”.
En el más cercano en el tiempo, en pleno desencanto y victoria electoral del
PSOE, donde nos muestra un friso de travestismo político galopante, aparece un
Ventura en situación terminal, “ahora traductor gandul” y “escéptico”, al que
le piden que hable como “mi comisario político. Primero en el PSUC y luego en
el PCI”. O del que dicen que ha pasado por el “PSUC, la UER , el PCI, Bandera Roja y
otra vez al PSUC”. Luego aparece también un tal el Onírico, llamado por Ventura
el Sherpa, “que salió del partido, se hizo atracador del PCI, luego a budista y
llegó a Nepal más de una vez”. Y no falta un breve diálogo entre un socialista,
un antiguo “chino” y el mismísimo Javier Solana, recordando el segundo las octavillas
que lanzó porque “no teníais ni medio militante en la universidad”, pero
dejando claro que “yo ya no soy chino. Soy independiente y pragmático”. Del
mismo autor hay una breve referencia en su obra Los mares del sur,
cuando describe los muros de ladrillos de un barrio suburbano de Barcelona,
donde hay carteles de varios partidos y entre ellos uno del PTE: “Contra el
reformismo. Vota al Partido del Trabajo”.
Pedro Sevilla disecciona en su novela 1977 el microcosmos de un pueblo andaluz, gaditano para ser
más concreto, durante el año en que se celebraron las primeras elecciones
después de cuatro décadas de dictadura y se sucedieron varias acciones armadas
del GRAPO. El SOC y Paco Casero tienen su hueco en la novela, como abnegados
luchadores y soñadores, pero ajenos a una realidad que acabará por dejarlos
como reliquias del pasado.
José Ruiz
Mata, en El muro, nos lleva a los
recuerdos, en realidad reflexiones, de
una mujer madura que, después de haber criado a sus hijos, se ha sumido en una especie
de vacío vital. Con Jerez de la Frontera como ámbito reconocible. Siendo joven,
ella y su madre fueron desposeías del patrimonio familiar acumulado por el
abuelo (uno de tantos vencedores de la guerra), pero lograron sobrevivir con
cierta dignidad gracias a la solidaridad transgresora de la abuela. Su marido, militante
antifranquista (Unión Democrática de Soldados, el “Partido”, Sindicato de Obreros del Campo…), tras la
Transición acaba integrándose en el nuevo sistema como propietario de un
pequeño negocio. La novela es una reivindicación del papel de las mujeres: de
la abuela, de la madre, de las jornaleras y de ella misma, que, pese a ser
tratada con desprecio en el entorno en que ha vivido, fue la que sostuvo la
familia mientras el marido combatía la dictadura.
Ramón
Tamames no ha concedido al PTE ni a otros grupos similares un hueco a su Historia de Elio, una narración del
sueño de la ruptura democrática, en la que ha priorizado por encima de todo su
protagonismo personal.
Diferente
es el caso del escritor franquista Fernando Vizcaíno Casas, quien en su novela Y
al tercer año resucitó hace mención puntualmente en varias ocasiones al PTE
o la CSUT , a
través de varios militantes que son retratados dentro de los tópicos burdos
propios de su mentalidad franquista. Así, aparecen el tornero Sánchez,
sindicalista de la CSUT ,
que protagoniza un episodio tras su despido; el director de cine Jiménez, del
PTE, vinculado ahora a películas de sexo; o el militante anónimo del barrio
madrileño de Usera, al que califica de exaltado, protagonista de un intento de
querer hacer el amor en público con una militante de las juventudes
socialistas, que a su vez estaba participando en una campaña a favor del voto a
los 16 años. Incluso llega a mencionar a los maoístas de Granada que
radicalizan la lucha sindical, si bien sin nombrar a ningún partido en concreto.
Más vagas son las referencias que hace en una obra anterior, De “camisa
vieja” a chaqueta nueva. En este caso escribe sobre “las distintas
tendencias del maoísmo” dentro de los grupos unitarios de oposición o al propio
PT, participante en la reunión del hotel Eurobuilding en septiembre de 1976.
Incluso, para describir a la juventud “inconformista” de origen burgués durante
la Transición, habla de una habitación con los pósteres del Che, Mao tse Tung y
Marlon Brando.
En el mundo
de la poesía Gabriel Celaya dedicó un poema a la Asociación Democrática
de la Juventud ,
vinculada a la JGR ,
con el título “Palabras de un viejo gudari a los jóvenes vascos”.
Comparaba a los jóvenes luchadores del momento
con los gudaris de su tiempo, algo de lo que se enorgullecieron
quienes consiguieron que se los dedicara.
Y Rafael
Alberti hizo lo propio con Francisco Javier Verdejo, muerto en Almería durante
el verano de 1976, como consecuencia de los disparos de un guardia civil, cuando
pintaba el lema favorito de su partido: “Pan, Trabajo, Libertad”. Sus
“Coplas de Juan Panadero en la muerte de
Javier Verdejo”, llenas de la sencillez directa que caracteriza al poeta
gaditano en ese libro, estremecen a quien lee los versos.
José María
Carrillo, integrante del grupo musical Gente del Pueblo, le dedicó al mismo
militante en 1977 la canción “Pan, T(…rabajo y libertad)”, dentro del disco Sevillanas
democráticas.
Y ha habido
más recordatorios de Francisco Javier Verdejo, al que han dedicado numerosos
versos, algunos de los cuales han ido apareciendo por la red electrónica. Entre
tantos, en 2004 el de un antiguo compañero, Alonso de Molina, con su “Aquella madrugada”,
o el de Ángel Berenguer, también en el mismo año, y su
“A Javier Verdejo”. En 2011 el portal Archivo
de la Transición le dedicó la entrada “Acto-homenaje a Javier Verdejo en el 35
aniversario”, donde pueden leerse varios poemas.
Un antiguo militante
vasco, de nombre Mikel, publicó en el foro de la Asociación por la Memoria Histórica
del Partido del Trabajo de España y de la Joven Guardia Roja
de España el poema “A nuestro camarada Víctor Manuel Pérez Elexpe”.
Obras citadas
ALBERTI, Rafael (1980).
“Coplas de Juan Panadero en la muerte de
Javier Verdejo”, en Coplas de Juan
Panadero. 1949-1979. Barcelona, Bruguera.
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(2011). “Acto-homenaje a Javier Verdejo en el 35
aniversario”, 10 de agosto; https://archivodelatransicion.es/blog/acto-homenaje-a-javier-verdejo-en-el-35-aniversario.
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