El Gobierno
colombiano y las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC) anunciaron el pasado jueves
que han llegado a un acuerdo de paz. La guerrilla, por su parte, ha decidido el
abandono definitivo de las armas, lo que se completará en el plazo de medio año.
El anuncio se hizo desde La Habana, la ciudad donde las dos partes han estado desarrollando a lo largo de los últimos cuatro años las conversaciones tendentes a conseguir la paz. Para ello han contado con la labor mediadora del gobierno cubano, cuya comportamiento, digno de elogio, ha contribuido a lo que parece de entrada un final feliz.
En el documento firmado por el gobierno colombiano y las FARC, conocido como "Comunicado Conjunto #76", se alude, además del cese de las hostilidades, a las garantías de
seguridad y la lucha contra las organizaciones criminales responsables de
homicidios y masacres contra defensores de Derechos Humanos, movimientos
sociales o movimientos políticos. También se hace lo propio con las garantías
de seguridad, la erección de monumentos en recuerdo del conflicto, etc.
Por otro lado se contempla que la ONU desempeñe la labor de “monitoreo y verificación" de lo acordado, contando
también con la ayuda de los países latinoamericanos a través de la CELAC.
Una buena noticia que debe llamar a la reflexión en otras partes del mundo.