Hassanna Aalí es un saharaui de 27 años que ha sido condenado a cadena
perpetua por un tribunal marroquí. Su delito, haber participado en las
revueltas que la población saharaui protagonizó en 2010 en los territorios
ocupados por Marruecos. Fue el primer episodio de la primavera árabe, cuando se
levantó el campamento de Gdeim Izik en El Aaiún. Pese a su carácter pacífico, esa
acción acabó con la destrucción del campamento por la policía marroquí y la
posterior represión. Después de estar escondido durante un tiempo, Aalí fue condenado
a cuatro meses de cárcel. Al final acabó huyendo a España y concretamente, se
afincó en Bilbao, donde estuvo estudiando y prosiguió la lucha por su pueblo y
los derechos humanos. En 2013 fue reclamado por la justicia marroquí, que acabó
condenándolo.
Pese a su petición de asilo político, el gobierno español ha mantenido
silencio. Cuenta con el apoyo de asociaciones ciudadanas, especialmente del Euskal Herría, y del propio Parlamento Vasco. Amnistía Internacional y Human Rights Watch han denunciado la falta de garantías
en los procesos llevados a cabo por los tribunales marroquíes contra las
personas saharauis acusadas y condenadas.