Videla y sus compinches
han sido condenados de nuevo. Ahora, por el robo de bebés. Un delito de lesa
humanidad. Así lo ha calificado el tribunal argentino. Por "la práctica
sistemática y generalizada de sustracción, retención y ocultamiento de niños
menores de diez años". Quienes
estuvieron en la cúspide de la pirámide del terror están pagando sus
culpas. Después de muchos años. En la senectud. Aquí, en la tierra. No sé qué
esperarán que ocurra en su cielo, del que creen -o eso dicen- como su destino
tras la muerte. Fueron los sumos sacerdotes del terror de la tortura, de la
humillación, del robo, del secuestro, de la muerte, de las desapariciones... El
terror del aniquilamiento. El objetivo lo tenían en acabar con el enemigo -así
lo llamaban- a cualquier precio. Físicamente, borrándolo de la memoria,
arrancándole su descendencia... Haciéndolo desaparecer, en fin. Acabo de leer
las primeras noticias. Impactantes. Siguen saliendo más testimonios.
Conmovedores. Me quedo con éstos de Victoria Montenegro: "estas personas
que nos apropiaron jamás, jamás, jamás… iban a pensar que un grupo de amas de
casas, como eran entonces las abuelas, iban a llegar adonde han llegado"
(El País). Quisieron matar la esperanza. Pero alguien se empeñó en seguir
sembrándola. Unas simples amas de casa.