Según Galdung existen tres tipos de violencia: directa, estructural y cultural. La consecución de la paz, en sentido pleno, debe partir de la resolución de las tres. ETA ha anunciado esta tarde el cese de su actividad armada. Era algo que se preveía después de lo que se ha ido visibilizando durante el último año y medio, cuando el 20 de marzo de 2010 se hacía pública la Declaración de Bruselas. Ese día Brian Currin, en nombre de 20 personas de reconocido prestigio del mundo de la política y de la resolución pacífica de conflictos, pronunció, entre otras cosas, estas palabras: "Tomamos nota de la expectativa de que los próximos meses pueden dar paso a una situación donde el compromiso con los medios pacíficos, democráticos y no violentos se convierta en una realidad irreversible". Muchos han sido los pasos dados y de gran trascendencia. El penúltimo, el lunes pasado, con la Declaración de Aliete, salida de la Conferencia Internacional de Paz celebrada en Donostia y firmada, entre tantos grupos, por importantes figuras de relieve internacional. Hoy ETA ha dado, por ahora, el último paso. Se han de dar muchos más y desde todas las partes. Queda mucho por hacer. Hay que armarse de paciencia. Falta resolver lo más difícil, por ser lo menos visible: la violencia estructural y la violencia cultural. ¡Ay, ay, ay!, ¿dónde están? Va a haber muchas resistencias. Seguro. Pero lo bueno es que, siguiendo a Galtung, se ha llegado al final celebrado de la violencia directa y con ello también el final del sufrimiento directo. Se ha abierto, pues, un camino que debe facilitar la consecución de la paz. Si hace cinco meses me mostraba esperanzado, hoy lo estoy más todavía.