He leído hoy una noticia que, no por extraña, me merece la máxima admiración por quien la ha protagonizado. Santiago Sierra, artista español de renombre internacional, al que le han concedido el Premio Nacional de Artes Plásticas 2010, ha renunciado a recibirlo, incluyendo los 30.000 euros que le correspondían. ¿Las razones? Léanlas en la carta que dirige a ministra de Cultura.
Estimada señora González-Sinde.
Agradezco mucho a los profesionales del arte que me recordasen y evaluasen en el modo en que lo han hecho. No obstante, y según mi opinión, los premios se conceden a quien ha realizado un servicio, como por ejemplo a un empleado del mes.
Es mi deseo manifestar en este momento que el arte me ha otorgado una libertad a la que no estoy dispuesto a renunciar. Consecuentemente, mi sentido común me obliga a rechazar este premio. Este premio instrumentaliza en beneficio del estado el prestigio del premiado. Un estado que pide a gritos legitimación ante un desacato sobre el mandato de trabajar por el bien común sin importar qué partido ocupe el puesto. Un estado que participa en guerras dementes alineado con un imperio criminal. Un estado que dona alegremente el dinero común a la banca. Un estado empeñado en el desmontaje del estado de bienestar en beneficio de una minoría internacional y local.
El estado no somos todos. El estado son ustedes y sus amigos. Por lo tanto, no me cuenten entre ellos, pues yo soy un artista serio. No señores, No, Global Tour.
¡Salud y libertad!