Ayer fue 28 de febrero, el Día de Andalucía. Hace 30 años, en 1980 y en ese mismo día, tuvo lugar el referéndum cuyo resultado permitió que se le abrieran las puertas de la autonomía por la "vía rápida" del artículo 151 de la Constitución. Si Cataluña, el País Vasco y Galicia vieron reconocidos ese derecho por la propia Constitución, como reparación histórica de la derogación que el régimen franquista infligió contra los estatutos aprobados entre 1932 y 1936, Andalucía fue la única de las comunidades que intentó la "vía rápida", consiguiéndolo. Pero sobre esto ya le dedicaré un espacio en otra ocasión.
Hace 30 años estaba en 4º de carrera y una compañera, andaluza, llevó una bandera blanca y verde a clase. La colocamos en la mesa del profesor, sostenida por una botella de cristal de no sé qué. Ningún profesor la retiró y ahí estuvo toda la mañana. Fue el homenaje solidario de un grupo de rojos.
De entonces conservo todavía una pegatina, que es la que aparece ilustrando esta entrada.
La compañera en cuestión se llamaba Lola y era una sevillana que recaló ese curso en la Universidad de Salamanca para hacer el segundo ciclo de la carrera en la especialidad de Historia. No sé la razón concreta, pero tenía cierta afinidad con la que era catedrática de Historia Contemporánea, Dolores Gómez Molleda, religiosa seglar teresiana. Vivía en la residencia que esa orden tenía en la plaza de Colón. Lola era una mezcla de católica y de roja, presentándose en ocasiones con una radicalidad sorprendente, aunque, eso sí, como decíamos entonces, "antipartido". Así llamábamos a quienes mostraban una gran beligerancia contra los partidos políticos y sus militantes. Defendían un movimiento estudiantil puro, formalmente asambleario y sin interferencias. El curso siguiente fue el de la LAU, una ley universitaria que dio lugar a un amplio movimiento de protesta, sobre todo estudiantil y que en diciembre llevó a que dos estudiantes murieran por disparos de la policía nacional durante una manifestación. De esto último recuerdo una reacción suya muy dura acusándome, como delegado, de actuar al margen de la asamblea del curso. Tenía tan poco sentido lo que dijo, que recuerdo también el comentario de unas compañeras que me dijeron algo así como "no le hagas caso".
Cuando acabó la carrera, Lola se fue a Madrid, donde estudió Periodismo. Eso nos contó un compañero, Vale, enamorado platónicamente de ella. Años después, cuando empezó a emitir Canal Sur a finales de los 80, apareció durante unos años en la pantalla como directora y presentadora del programa Reporteros. Ya era Lola Álvarez. Por la prensa leí que participó en un homenaje a Diamantino García (que, por cierto, era salmantino), el cura jornalero de Los Corrales y el SOC, que falleció en 1995. Luego perdí su pista. No hace mucho leí la noticia de su nombramiento como vicedirectora de la agencia EFE, donde, al parecer, ejerce como directora de facto. Mi curiosidad me llevó a buscar por internet más información. Supe así que estuvo en América Latina, Bolivia, en concreto, trabajando para el grupo PRISA. Desde alguna entrevista que le hicieron pude corroborar lo que había ido sabiendo por lo que me contaban, veía o leía. ¡Las vueltas que da la vida!