lunes, 29 de diciembre de 2025

Dos poemarios más de Francisco Malia Sánchez: Piel de otoño y La ingravidez en la que gravito



Dos han sido los poemarios que el amigo Paco ha sacado a la luz durante los últimos meses del año 2025: en septiembre, Piel de otoño; y en octubre, La ingravidez en la que gravito. Han sido editados por Círculo Rojo y ha contado con la colaboración de Eduardo López López, autor de las imágenes de las portadas. Están escritos, sin embargo, en momentos distantes de su vida. 
De cada libro he seleccionado tres poemas, a los que he añadido uno más, "Los ojos del otoño", perteneciente al primero y que el propio Paco me ha sugerido. 

Dos libros más de poesía, que se unen a una larga trayectoria como creador multifacético: autor de relatos, dibujante de viñetas e historiador. ¿Qué más se puede pedir?


Piel de otoño

Data de los años 80 y 90 del siglo pasado. Una parte de sus poemas ya eran conocidos, pues han sido leídos en diferentes actos y distintos momentos. Recuerdo uno de noviembre de 2014, con el mismo título del libro, al que dediqué una entrada en este cuaderno. Ydentro del juego de palabras al que nos tiene acostumbrados, está dedicado "De mí para mí". Para entenderlo, es lo que luego explica en la presentación del libro:

"Quien prologa estos versos es una persona mayor que mira con los ojos dulces de la edad tardía a aquel joven desorientado y exigente consigo mismo que se escondía detrás de las rimas, de unos versos, para que los avatares de la vida le rozaran lo menos posible, y que hoy se preguntas por lo ganado y lo perdido en el trascurrir de los años".


Hojas sueltas

    I

Otoño:
la savia de los árboles
buscan las raíces
y las hojas, lívidas,
caen de soledad y tristeza.

    II

Están tan lejos las estrellas
que todas las noches
el astrónomo espacial
cambia el mapa del cielo.

    III

Las setas no tienen ramas
ni hojas ni flores
ni añoran la clorofila,
surgen aparentemente de la nada
y cubren el suelo en unas horas
de pequeñísimas sombrillas
otoñales.

    IV

A la becada le gustan
los sueños descubiertos,
simula ser una hoja
muerta con su cuerpo.
A la becada le gusta
jugar con el misterio
y guarda en su largo pico
del otoño los secretos.

    V

Tengo envidia de la sámara,
alada en su ser,
voladora semilla,
huidiza del árbol paterno,
buscando nuevas primaveras
donde germinar definitivamente.

    VI

Duerme don Caracol
en su roulotte,
le encanta la lluvia fina,
la rocío matutina
y las palabras de amor.
Don caracol
huye del sol
de la mañana,
por eso no tiene ventanas
su caparazón.
Duerme don Caracol
en su roulotte.

    VII

La luna en el espejo
del puerto.
El puerto en el espejo
roto del tiempo.
Y en el espejo de tus ojos
mi yo al desnudo,
impertérrito.


Los ojos del otoño

Los ojos del otoño
son unos ojos tristes
como dos ventanas
de una casa sin bosque.

Los ojos del otoño
reflejan amargos reflejos
de soles caducos,
infancias terribles,
amores lejanos,
versos sin retorno,
aventuras que no sucedieron
nunca, nunca, nunca….
hallazgos de fondo sin pozo,
de yemas sin dedos.

Los ojos del otoño
hablan del cansancio
de la vida.


Os voy a contar un sueño

Os voy a contar un sueño
que sucedió dentro de otro sueño.
Rodando por la pendiente
resbaladiza del tiempo,
soñé que se estiraban
mis lánguidos huesos
y que jugaba a soñar
en las escalerillas del tiempo,
donde el mar en su propósito
tenía vocación de espejo.
La infancia, hoy por lejana,
ha perdido a su dueño,
y no es más que un dibujo
rectificado por el habilísimo
lapicero del tiempo.
Lo soñé, sí; o no lo soñé,
Puede que sean ciertos
los sueños que se engendran
dentro de otro sueño.
Soñé que di un salto
y que el salto se hizo vuelo,
me sentí pájaro, rayo de luz,
fraternidad, amor y deseo,
cometa o pandorga
de todos los sueños.

Volé y volé y volé
por los cielos de los sueños,
fui pluma, pompa de jabón,
agitada ala de sombrero.
Lo cierto es que subí y subí,
hasta lo estratosférico,
hasta dar con la clave
de lo fugaz y de lo eterno.
Han pasado los años, las canas
y los envites del tiempo
han puesto una sombra de duda
sobre mi entendimiento.
¿Fue verdad que volé
o, en verdad, sólo fue un sueño?
No lo sé, aún me pregunto
por qué sigo despierto
dentro de un sueño
que, al parecer, sucedió
dentro de otro sueño.


Quiero hacer el viaje de las anguilas...

Quiero hacer el viaje de las anguilas,
salir con la luna llena al mar de los Sargazos,
reino de las algas,
buscar el agua corriente de los arroyos
y de los riachuelos,
reírme en las barbas mismas del mes de octubre,
abandonar el pozo oscuro de la ciénaga.
partir siempre y no volver jamás.


Después de caerse

Un poema rafaelalbertiano
para mi amigo Diego y hermano.

Después de caerse y darse
con los huesos en estampida
le oí a Diego mofarse:
el oficio de esta vida

es caer y levantarse
siempre con el alma henchida
y nunca precipitarse
por no rodar en la caída.

Que no hay mayor altura
que besar el pavimento
y recuperar la postura
con el semblante contento.

Así pues, Diego, te digo
que yo también me vi por los suelos
y me alzaron brazos amigos
hasta los mismísimos cielos.

Ojalá que des un salto
hasta tocar las estrellas
y allí, desde lo alto,
nos ilumine con ellas.

(El poema nació cuando su amigo Diego Rodríguez, inválido y vendedor de la ONCE, tuvo varias caídas aparatosas sin que nunca le pasara nada; en una ocasión desafió a Paco a que le improvisara un poema sobre la marcha, cosa que hizo sobre una servilleta; más tarde lo retocó un poco y añadió una estrofa, tal como aparece en el libro).



La ingravidez en la que gravito

El libro es más cercano en el tiempo. Tiene cuatro partes: "Ingrávido", "Titulares", "Retornar a la luz" y "La hoja del laurel que no me toca", con citas en verso de César Vallejo que anteceden a cada una. La primera: "He soñado una fuga". Al final, como una especie de epílogo y a modo de haikus, nos ofrece "Enajenaciones", esta vez con una cita de Dokusho Villaba: "Ancho corazón / para recibir el regalo / de la existencia".  

Alfonso Alba Ramírez en el Prólogo nos da una pista: 

"El título indica hasta qué punto la elasticidad del lenguaje es un recurso poético y sirve para introducirnos al mundo del escritor, que nos contagia su afán por comunicarnos algo. Qué? (...): como Machado (...) ama los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles".

Y ya que se menciona al poeta sevillano, añado esos versos que rezan "pero mi verso brota de manantial sereno; / y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina, / soy, en el buen sentido de la palabra, bueno".


Ingrávido

Detrás de mis gafas estoy, por cierto,
ajeno a lo que ocurre
y en mortandad conmigo mismo.
Crece en mí la flor de la criptolalia
como esquife a la deriva.
Y si soy un náufrago
que más da el mantel sobre la mesa
o el panel donde reposa
una nota en el olvido.

Envuelto en mi camisa estoy, por cierto,
ajeno a lo que ocurre
y en soledad conmigo mismo.
Crece en mi la fe crocodiliana.
como gesto que se enfría
y azules que se empañan.
¿A qué fletar un avión para el olvido
si la memoria no descansa?

Viajando en mis zapatos estoy, por cierto,
ajeno a que paso por la vida
en levedad y como vacío.
Crece en mi la flor de la gazuza
como caldo de cultivo
y, si estoy pálido,
que más da un fresal que no da fresas
y el papel donde reposa
la ingravidez en la que gravito.


A veces rebuzno

A Donald Trump y afines

A veces rebuzno, lo confieso.
Tres y hasta cuatro veces
en la calor de un drama,
no lo niego ni lo evito.

Hago ostentación de burro,
animal noble, tozudo, sí;
pero admirable en su terquedad,
en su inteligencia persistente.

A veces, lo admito, rebuzno.
por el día, por la noche rebuzno
y me quedo como nuevo,
como orgulloso por dentro
de haber ejercido
esta indomable burrez.

Entre rebuzno y rebuzno
la vida es apacible.

Cada vez que rebuzno
los resultados son inmediatos.

En la oficina obedecen
y temen la contundencia
de mi rebuzno.

Hasta tiembla el mobiliario
y se desprenden las hojas
del almanaque.

He acumulado, lo reconozco,
una notable fortuna
gracias a mis rebuznos.

Todos respetan
mi asnina cara de asno
y mi comportamiento
de burro rebuznador.

Todos los burros del planeta
acuden a la llamada de mi rebuzno
o me votan, que es lo mismo.

Burro, burro, burro….

Presumo de burro y lo ejerzo
siempre que quiero.

¡Qué burro soy!


Lo

Lo cansino,
lo estival,
lo perverso,
lo Vivaldi,
lo ejecutivo,
lo escrito,
lo no escrito,
lo repetido,
lo repetido,
lo repetido,
lo informe,
lo ingente,
lo polifacético,
lo pálido,
lo vacuo,
lo analgésico,
lo estrafalario,
lo místico,
lo caótico,
lo inventario,
lo manido,
lo vertido,
lo esquivo,
lo neutro
que resulta todo.