Tanto Cuca Gamarra, del PP, como Iván Espinosa de los Monteros, de Vox, repitieron machaconamente lo del sanchismo, gobierno socialcomunista, aliados golpistas y terroristas, excarcelaciones de violadores y pederastas, y demás ralea, trazando un panorama económico desolador desde datos falsos. Por el PSOE Patxi López estuvo jugando principalmente a la defensiva, sobre todo en relación a Gamarra y Espinosa de los Monteros, pero también ante Gabriel Rufián, resaltando los logros económicos del actual Gobierno, reivindicando el papel del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en el fin de ETA y advirtiendo de los peligros de un Gobierno de PP y Vox. Aina Vidal fue la más propositiva, ocupando la mayor parte de su tiempo en exponer el programa de Sumar, con especial relevancia en la redistribución de la riqueza y en un modelo económico verde, a la vez que defendió los logros que en materia de derechos sociales y civiles ha impulsado el Gobierno de coalición. Rufián mostró dos caras: de un lado, la radical por la izquierda, remarcando su crítica a la reforma laboral o reivindicando la figura de Irene Montero; y de otro, sobre todo al final, la nacionalista, centrándose en un mensaje de país, esto es, de Cataluña. El representante del PNV, Aitor Esteban estuvo en su doble línea: la personal, como buen parlamentario; y la de su partido, interclasista y de derecha abierta, buscando los resquicios necesarios para seguir alcanzando pactos con el estado. Por último, Oskar Matute supo torear -y desenmascarar- con inteligencia los ataques malvados lanzados por Gamarra y Espinosa de los Monteros, y defender el carácter de izquierdas de EH-Bildu.
Gamarra huyó de referirse a lo que está ocurriendo con los pactos de su partido con Vox en comunidades y ayuntamientos, e intentó hacer valer el subidón de moral tras el debate entre Feijóo y Sánchez, dando por seguro el triunfo electoral del PP y apelando al voto útil en la derecha. Por su parte, Espinosa de los Monteros dejó claro que los pactos no salen gratis. López actuó astutamente, no cayendo en los errores de Sánchez días antes y dejando claro que no iba a apoyar la formación de un gobierno del PP, para evitar que gobernara con Vox, ante las reiteradas preguntas de Rufián en esa dirección. Vidal fue clara en la defensa de un Gobierno de coalición progresista y en la voluntad que tiene Sumar para seguir manteniendo una mayoría parlamentaria de fuerzas progresistas, avanzando hacia un país solidario, integrador y plural. Rufián, consciente del momento de debilidad de su partido en Cataluña, jugó la baza de buscar votos por su izquierda, aprovechando las disputas internas habidas para la conformación de Sumar. Y en el caso de Matute, se notó cierta convicción de que EH-Bildu se pueda convertir en la primera fuerza de Euskadi y, a la vez, se mostró abierto a seguir manteniendo acuerdos parlamentarios progresistas.
Hubo momentos interesantes, pero voy a recordar dos. Uno, cuando Oskar Matute respondió a Gamarra, desarmándola, de esta manera: "ustedes están muy preocupados porque el bloque progresista pueda pactar con Euskal Herría-Bildu, porque consideran que [hacerlo], ya sea en cuestiones sociales o de otro tipo, ya viene marcado poco menos que por la marca del diablo (...). Quiero recordar que en (...) diciembre de 1998 una delegación del presidente del Gobierno, Aznar, que la componían tres personas -Martín Fuxá, Zarzalejos y Arriola- se reuni[ó] con Arnaldo Otegui, Íñigo Iruin y Rafa Díez en Juarros, un pueblo de Burgos. Quiero recordar que seis meses después esa misma delegación, que representaba al presidente Aznar, se reunió con ETA. ¿Entonces era normal hablar con ellos y ahora ustedes utilizan esto como ariete confrontativo para tapar su voluntad recentralizadora?".
El otro lo protagonizó Aina Vidal durante su minuto final, mencionado a los jóvenes y el salario indefinido, las personas pensionistas, las trabajadoras del hogar, la ley trans, el salario mínimo o la reforma laboral, concluyendo con estas palabras: "no queremos retroceder ni un milímetro y eso quiere decir que podemos ir a por más, eso quiere decir que es Yolanda Díaz quien puede conseguirlo (...). ¡Viva la vida y viva la alegría!".
El título de esta entrada puede que tenga mucho de paradójico. Pero hay algo que es cierto: aunque no sabemos qué va ocurrir el 23 de julio, los pactos dentro de cada bloques van a ser una realidad y marcarán el futuro.