se
sigue escondiendo detrás de tus piernas
cada vez que sale a la calle,
cada vez que sale a la calle,
busca
tus dedos entre su pelo
porque
solo tú le llenas el cabello de tanta ternura… que sólo hay
/ paz en su cabeza,
hunde
la nariz en tu abrazo para tenerte cuando no estés
/ en la habitación de al lado,
llora
cuando le explota el pecho izquierdo pero se le pasa al tercer latido
porque
sabe que tú sigues ahí, que eres su casa,
y
que no hay mejor lugar en el mundo que tú.
(Elvira
sastre, fragmento de “Mamá, tú no cumples años, cumples sueños”).
Juan Genovés: "El abrazo"
Hablaré
por vosotros.
Jamás olvidaré aquellas madrugadas,
Jamás olvidaré aquellas madrugadas,
los
últimos abrazos, las gargantas
de
vuestra dignidad amordazadas.
(Marcos
Ana, fragmento de “Hablaré por vosotros”).
Tu
sexo como una boca nocturna abierta contra mi piel, por la que
inhalas
/ y exhalas el oxígeno de los sueños.
Déjame
abrazarte antes de la desecación de la noche
(Jorge
Riechman, fragmento de “He soñado con ella esta noche”).
Henry Toulouse-Lautrec: "En la cama: el beso"
Estoy
buscando el último verso
El
definitivo
El
que nos traerá la revelación de lo que viene siendo la vida…
(Mónica
Martín, fragmento de “El último verso”).
Zarzamora
con el tronco gris,
dame
un racimo para mí.
Sangre
y espinas. Acércate.
Si
tú me quieres, yo te querré.
Deja
tu fruto de verde y sombra
sobre
mi lengua, zarzamora.
Qué
largo abrazo te daría
en
la penumbra de mis espinas.
Zarzamora
¿dónde vas?
A
buscar amores que tú no me das.
(Federico
García Lorca, “Zarzamora con el tronco gris”).
Myriam Díaz: "Abrazo de amistad"
una
mujer arroja al agua un manojo de células
que
no tienen el nombre de su deseo
una
mujer astilla mil pantallas
una
mujer abre una ventana
una
mujer cierra una puerta
una
mujer baila desnuda
una
mujer entra en el río
una
mujer conjura las mareas
una
mujer abraza el peso de su cuerpo
una
mujer trenza su pelo, cae un rayo
(Gabriela
Clara Pignataro, fragmento de “Trenzo mi pelo, cae un rayo”).
Miaus: "El abrazo de la madre naturaleza"
La
esperanza renace, se encarna en rostro de niño,
en
los hombros de nuestros viejos, que caminan
hacia
su propio atardecer.
La
esperanza abraza la Tierra, lo ilumina todo,
hasta
el odio, se anida acuclillado en oscuros pasillos.
(Maya
Angelou, fragmento de “Paz asombrosa”).