En el cómputo total, mientras en la información ofrecida en el Gobierno el número de asesinatos ha sido de 49, para feminicidio.net se eleva sensiblemente, hasta alcanzar los 99. No está de más añadir el de un menor varón, víctima de la violencia machista y dentro de lo que suele denominarse como violencia vicaria.
Los datos de feminicidio.net
Conviene aclarar, de entrada, que el número de asesinatos ha sido superior al de los dos años anteriores: 88, en 2020; y 82, en 2021. Tampoco está de más señalar que las muertes habidas durante el mes de diciembre, que se han elevado a 19, han sido un factor clave para poder entenderlo en parte. Sobre esto último me ocuparé más adelante.
En el reparto temporal, así lo ha sido por meses: enero, 6; febrero, 5; marzo, 9; abril, 12; mayo, 12; junio, 8; julio, 7; agosto, 5; septiembre, 6; octubre, 3; noviembre 7; y diciembre, 19. Y por trimestres, que de alguna manera coinciden con las estaciones del año, el número ha sido el que sigue: primero/invierno, 20; segundo/primavera, 32; tercero/verano, 18; y cuarto/otoño, 29.
Si comparamos los datos estacionales con los de 2021, hay una gran coincidencia en los meses de invierno (en 2021, 20/en 2022, 20) y verano (17/18), pero son superiores en este año en verano (27/32) y sobre todo en otoño (18/29).
Atendiendo a la tipología de los asesinatos de mujeres, responderían a lo siguiente: íntimos oficiales, 49; íntimos no oficiales, 2; familiares, 23; infantiles, 2; no íntimos, 10; por prostitución, 2; violencia comunitaria y/o económica, 3; por robo, 3; por narcotráfico, 1; sin datos suficientes. A ellos habría que añadir un caso más, en este caso el del menor varón anteriormente referido y víctima de la violencia vicaria.
Por comunidades autónomas Andalucía, con 20 asesinatos, se encuentra a la cabeza y le siguen, por orden, Cataluña 16; Madrid, 14; Castilla-La Mancha, 10; Castilla y León, 8; Comunidad Valenciana, 7; Canarias, 5; Aragón, 4; Galicia y País Vasco, 3; Asturias, Extremadura y Murcia, 2; y Cantabria, Ceuta, Navarra, 1. Dos han sido las comunidades en las que no se han producido asesinatos: Baleares y La Rioja; a las que habría que añadir el caso de la ciudad autónoma de Melilla.
En cuanto a las provincias, destaca Madrid, con 14 asesinatos, seguidas de Barcelona, con 8; Girona, 6; Málaga y Sevilla, 5; Alicante, Granada, Toledo, Valladolid y Zaragoza, 4; y así otras 24 más, de 1 a 3 asesinatos.
Los datos de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género
Son significativamente menores a los que ofrece feminicidio.net, en la medida que se reducen los criterios que tienen en cuenta. El número de 49 coincide, no obstante, con el de feminicidios íntimos oficiales apuntados por el portal electrónico.
Echando un vistazo a la serie de datos desde el año 2003, cuando se inicia la recopilación sistemática oficial de los mismos, en general el número de asesinatos se ha ido reduciendo. Han pasado desde un máximo de 76 en 2008 hasta el más bajo de 48 en 2021. Los datos del 2022, que son los segundos más bajos de la serie junto a los de 2016 y 2020, han supuesto, empero, un repunte en una muerte, llegando a los 49 oficialmente reconocidos.
La información que se ofrece por meses no resulta, por ahora, completa, pues sólo aparece la de 7 meses, cuyo cómputo suma un total de 32 asesinatos. Sobre el mes de diciembre, a su vez, se mencionan 11 asesinatos, que suponen 8 menos que en feminicidio.net.
Una reflexión sobre lo ocurrido en el mes de diciembre
Llama la atención lo ocurrido en el último mes del presente año y no sólo por el elevado número de asesinatos (19), sino porque ha supuesto un incremento considerable en relación a los meses anteriores, en los que tan sólo en abril y mayo se superó la decena de asesinatos (12, concretamente).
Me pregunto si tiene algo que ver con el clima de opinión que se ha generado desde que a mediados de noviembre fueron haciéndose públicas las primeras revisiones de penas a condenados por violencia machista por parte de algunos tribunales de justicia, atendiendo a la interpretación que han hecho de la ley conocida como la del "sólo sí es sí" y que entró en vigor a principios del pasado mes de octubre.
Dichas revisiones se vieron acompañadas de una campaña política y mediática lanzada desde los sectores conservadores, cuya finalidad ha sido la de dinamitar -una vez más- al Gobierno, en general, y a la ministra de Igualdad, en particular. A ello se ha unido la decisión tomada en el Tribunal Supremo, que ha defendido la obligatoriedad de rebajar las penas cuando sea necesario y ha dejado caer una crítica directa sobre la norma. Una decisión, como las tomadas con anterioridad por algunos tribunales, que no cuentan con el respaldo de otra parte del mundo judicial ni en parte de los medios juristas.
Durante las últimas semanas hemos vivido un debate muy tenso, en el que se ha pretendido poner en duda el contenido de dicha ley a base de descalificaciones personales y de supuestos criterios jurídicos, que han partido de unos presupuestos en los que se han mezclado varias cosas: el negacionismo del que hacen gala con descaro sectores de la derechona; la presencia en el mundo judicial de miembros con unos valores muy conservadores, cuando no reaccionarios; y, claro está, el voto negativo que han mantenido en todas las iniciativas tomadas por el Gobierno para combatir la violencia machista.
De lo que no cabe la menor duda es la naturaleza de todo ese tipo de acciones. Reflejan el sesgo patriarcal y antifeminista existente en sectores judiciales, y, por tanto, el grave déficit existente en uno de los poderes del Estado. Así mismo, se constata lo lejos que están los grupos que conforman la derechona de las medidas en favor de la igualdad de géneros y en la lucha contra las violencias machistas.
(Imagen: cuadro de Frida Khalo).