como buscando una estrella
escondida en el cielo de la noche.
Tu mundo fue el de la mar.
Allí forjaste la reciedumbre de esos héroes
que os jugáis la vida en cada viaje.
Tuviste conciencia de lo que eras
y sentiste la necesidad
de empujar con tus iguales
para que la dignidad
se convierta en el aire necesario
que haga habitable, sin distinciones,
el lugar donde vivimos.
Por eso te gustaba enviar en tus mensajes
esos puños que simbolizan la fuerza de la unión.
Siempre estabas sonriente
y nunca te faltaron esas palabras de aliento
que ayudan cuando se está en el fragor de cada batalla.
Joaquín, sólo hay una cosa inevitable en la vida:
el momento de perderla.
Y hoy, con mucho dolor,
te ha tocado a ti, compañero.
Permanecerás siempre en nuestro recuerdo
y estoy seguro que cada noche
te buscaremos entre las estrellas que nos iluminan
y evitan que nos venza la oscuridad.