Tenía curiosidad por ver en directo la sesión parlamentaria de hoy. Tocaba sesión de control al Gobierno. Quería ver lo que Pablo Casado iba a hacer después de su calvario de los últimos días. Se ha despedido del Congreso. Tras una corta y moderada intervención en su turno de palabra. Entre muchas miradas cabizbajas de sus compañeros y compañeras. Sin la presencia de Teodoro García Egea. Después de haber recibido los aplausos entre fríos y contenidos emitidos desde su bancada. Y luego de haber escuchado la correspondiente contestación por parte de Pedro Sánchez. Respetuosa. Conocedor Sánchez de la situación personal por la que está pasando su contrincante. El mismo que hasta no muchos días antes se había caracterizado por un estilo agresivo, desproporcionado e insultante. El líder de un partido lastrado por la corrupción desde sus inicios. Eso por lo que se ha enrocado estos días el verdadero poder del partido y todo lo que gira a su alrededor. Casado se ha ido de la sede parlamentaria de inmediato y en silencio. Acompañado tan sólo por dos diputados y una diputada. Dejando atrás un reguero de soflamas y silencios. Consciente de las mil y una traiciones sufridas en las horas anteriores. He sigo testigo en directo del último instante de Casado en el Congreso. Y curiosamente ha ocurrido en un 23 de febrero. 41 años después del famoso golpe de estado que se inició con un grupo de guardias civiles asaltando el Congreso. Ese día en el que también hubo otros instantes famosos.