Tal día
como hoy se proclamó la Primera República española. Lo fue en un contexto
peculiar, cinco años después del derrocamiento de la reina Isabel II y con ella
de la dinastía borbónica. Fueron años convulsos, como ocurre en los momentos de
cambio político o de intentos para que se lleve a cabo. Pero mejor será que nos
vayamos al momento concreto, entre los años 1868 y 1874, para poder entender lo
que fue, y en lo que quedó, la efímera Primera República.
La Revolución de 1868
Desde
mediados de la década de los sesenta había aumentado el descontento político
con los gobiernos moderados. A las medidas autoritarias y la corrupción se unió
la crisis económica derivada en parte del fin de la primera fase de
construcción del ferrocarril y el malestar en el campo, sobre todo en
Andalucía, donde se estaban dando rebeliones campesinas. El descontento político
se extendió a los otros grupos del sistema, como la Unión Liberal y el Partido
Progresista, que firmaron en 1866 en Ostende (Bélgica) un pacto contra el
gobierno e incluso contra la propia reina Isabel II.
En
septiembre de 1868 se dio un nuevo golpe de estado, dirigido por el general Juan Prim, acompañado de una importante movilización popular, articulada a través de
las juntas locales, poniendo fin al gobierno moderado y provocando la salida
del país de Isabel II. En su tiempo se denominó Revolución Gloriosa y durante los
seis años que le siguieron se fueron sucediendo cambios políticos de una manera
rápida.
Partidarios
del cambio fueron, además de unionistas y progresistas, que gobernaron hasta
1873, los conocidos como demócratas, que habían surgido en la década de los
cincuenta desde las filas progresistas con el afán de introducir el sufragio
universal y ampliar los derecho individuales. Los todavía débiles grupos republicanos
también apoyaron el cambio, pero añadían sobre lo anterior una jefatura de
estado electiva. En contra estaban los antiguos moderados y el carlismo.
En un
primer momento el gobierno tuvo al frente al general Francisco Serrano, mientras se
celebraron elecciones y se formaron unas Cortes constituyentes. Desde que se
aprobó la Constitución, en junio de 1869, hasta febrero de 1873, cuando se
proclamó la Primera república, destacaron como jefes de gobierno los
progresistas Práxedes Mateo Sagasta y Manuel Ruiz Zorrilla.
La Constitución de 1869 y el reinado
de Amadeo I
La nueva
Constitución, comúnmente caracterizada como democrática, fue la más avanzada hasta
ese momento entre las españolas. Mantuvo la monarquía, pero introdujo
importantes novedades, como fueron el sufragio universal masculino, una mayor
separación entre los poderes, la reducción de las competencias reales, la
separación entre la Iglesia y el Estado, o la ampliación de los derechos
individuales (asociación, reunión, etc.). El Senado siguió siendo una cámara
elitista, si bien, a diferencia de constituciones anteriores, era elegida por
sufragio indirecto.
Teniendo en
cuenta la marcha de Isabel II, quedaba vacante el trono. Al año siguiente las Cortes debatieron sobre
la dinastía que debería sustituir a la borbónica, donde no faltaron las
presiones de las principales potencias europeas. Toda una concatenación de propuestas
y vetos sobre los candidatos: Leopoldo de Hohenzollern, el duque de
Montpensier, Fernando de Coburgo y Amadeo de Saboya. Finalmente se optó por
este último, que se vio favorecido por la tradición liberal de su familia, reinante
primero en el reino de Saboya, participante en el proceso de unificación italiana
y finalmente reinante en la nueva Italia. Su principal valedor era el general
Prim, pero su asesinato poco antes de la llegada del nuevo rey y la
inestabilidad política permanente hicieron que su reinado fuera efímero: de noviembre
de 1870 a febrero de 1873.
La inestabilidad
derivada de la oposición de las fuerzas monárquicas, con una especial actividad
del carlismo, y la evolución de la guerra colonial que se había iniciado en
Cuba en 1868. En 1872 había surgido la conocida como Tercera Guerra Carlista,
focalizada en las provincias vasco-navarras. Y en el caso de la isla caribeña, Carlos
Céspedes y el general Máximo Gómez dirigieron un proceso que contó con el
impulso de la burguesía criolla y tuvo el apoyo del campesinado, e incluso de la
población esclava de origen africano.
La Primera República
La marcha
del Amadeo I, el mismo 11 de febrero de 1873, conllevó la proclamación de
inmediato de la Primera República. Su duración, sin embargo, fue corta, pues apenas
llegó al año. Las Cortes, compuestas en ese momento por una mayoría
republicana, se marcaron entre sus objetivos elaborar una nueva Constitución,
en cuyo proyecto se contemplaba como principales novedades la elección de un presidente y la organización
federal del territorio.
Los
gobiernos republicanos heredaron la inestabilidad política e incluso la vieron
incrementada. Por un lado, por parte de las patrullas carlistas y, por otro,
por las disputas entre los propios grupos republicanos. Una muestra de ello fue
el que llegara a haber cuatro presidentes de gobierno en sus once meses de
existencia: Estanislao Figueras, Francisco Pi y Margall, Nicolás Salmerón y
Emilio Castelar.
Los intentos
de los nuevos gobernantes por acabar o aliviar los problemas fracasaron. En el
caso cubano, Pi y Margall quiso dotar de autonomía a la isla dentro de un
estado federal, pero la guerra continuó incluso hasta 1878, con el
correspondiente coste de vidas y económico elevado.
Durante
estos meses apareció en numerosas ciudades el cantonalismo, un movimiento
político que defendía la máxima autonomía de los municipios dentro de una
república federal. Tuvo en ciudades como Cartagena, Málaga o Cádiz (donde Fermín Salvochea llegó a ser alcalde) un gran alcance, y en algunos casos adquirió una
dimensión social, al ser apoyado por los grupos obreros de carácter anarquista
y socialista que iban naciendo.
Frente a la
República se situó claramente el carlismo, que intensificó la guerra iniciada
un año antes. No faltaron tampoco las conspiraciones militares alfonsinas, que apoyaban
a Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II. Una
de ellas, la del 3 de enero de 1874, protagonizada por el general Manuel Pavía, depuso
al gobierno republicano. Con su caballo y sus tropas entró en la cámara de
diputados, abriendo una periodo de provisionalidad, en el que, sin poner fin formalmente
a la República, tampoco se proclamó la institución monárquica.
El gobierno del general Serrano
A lo largo
de 1874 se dio una situación de
interinidad política, con un gobierno presidido de nuevo por el general
Serrano, hasta que el 31 de diciembre otro general, en esta ocasión Arsenio Martínez
Campos y de nuevo mediante otro golpe de estado, abrió las puertas de nuevo a la dinastía borbónica en la personas de Alfonso
XII. Se iniciaba de esta manera el periodo de la Restauración.
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(Imagen: "La Niña Bonita", de Tomás Padró, alegoría de la I República publicada en la revista satírica La Flaca).