Pude, empero, capturar desde el autobús varias imágenes del monumento dedicado a los Heroicos Defensores de Leningrado, situado al final de la larga avenida Moscú, en la conocida como plaza de la Victoria. Se corresponde con uno de los puntos de la línea del frente donde las tropas invasoras fueron detenidas en su avance. El monumento fue erigido a principios de los años setenta y está formado por un gran obelisco de 45 metros de altura y varios grupos escultóricos alusivos a quienes protagonizaron la resistencia: uno, por delante del mismo obelisco y el resto, flanqueándolo. En el subsuelo está ubicado un museo dedicado al acontecimiento.
Me hubiera gustado acercarme a otros lugares, en especial al Cementerio Memorial de Piskariovo, donde yacen los restos de casi medio millón de víctimas del asedio sufrido por Leningrado, el nombre que recibió la ciudad entre 1924 y 1991. El mismo lugar donde se encuentra la monumental escultura de piedra dedicada a la Madre-Patria. Detrás, sobre un muro de granito, pueden leerse unos versos de la escritora Olga Berggoltz, testigo de lo ocurrido, que reza así:
Aquí yacen leningradenses,
Ciudadanos: hombres, mujeres, niños.
Junto a ellos, soldados del Ejército Rojo.
Con su vida toda, te defendieron a ti, Leningrado,
Cuna de la revolución.
Sus nombres generosos no podemos enumerar,
Son tantísimos los protegidos por el granito.
Prestada atención atención los que observáis estas losas:
No hemos olvidado a nadie, nada se olvidará.
El acontecimiento, cuyo 75 aniversario se está conmemorando este año, ha sido objeto de diferentes tratamientos. El mundo de la literatura ha estado muy presente y dentro de él, la poesía. Dos escritoras de la ciudad, Anna Ajmátova y la ya referida Olga Berggoltz, que incluso sufrieron los rigores de la represión estalinista, escribieron lo siguiente acerca de lo vivido durante los 900 días de asedio (2):
Quieren destruir nuestra ciudad, la ciudad de Pushkin, de Dostoievski y de Alexandr Blok. La ciudad de la cultura y de los grandes lagos. Esta ciudad forma parte de mi vida. Fue en Leningrado donde me convertí en poeta. Yo, al igual que todos vosotros, tengo un firme convencimiento: que Leningrado nunca será fascista.
(Ajmátova).
Aquel
invierno, la muerte nos miró directamente a los ojos y nos miró mucho tiempo,
sin pestañear. Quería hipnotizarnos, como hace una boa constríctor con su
víctima, arrebatándole la voluntad y sometiéndola. Pero quienes nos enviaron
tanta muerte cometieron un error de cálculo. Subestimaron nuestra voraz hambre
de vivir.
(Berggoltz).
Años estremecedores que llevaron a escribir a Antonina Maslóvskaia su poema "Nana del asedio" (3), publicado en 1990, cuyos dos versos finales dicen:
-Mamá, una
cosa más, ¿la guerra acabará pronto?
-Acabará,
cariño, acabará...
Notas
(1) Voronkov, Nikolai (1982), Leningrado: 900 días de
bloqueo (Moscú, Novosti).
(2) Simmons, Cynthia y Perlina, Nina (2014), "Escritos de
mujeres desde el sitio de Leningrado. Diarios, cartas, memorias y prosa
documental". Entrada sobre el libro con el mismo título, publicada por
Ediciones La uÑa RoTa, en http://www.larota.es/sites/default/files/book/press_release/Dossier%20Leningrado%20OK.pdf
(3) Publicado en Simmons, Cynthia y Perlina, Nina
(2014), Escritos de mujeres desde el sitio de Leningrado (Segovia,
La uÑa RoTa, p. 281).