domingo, 26 de febrero de 2017

Acaba el Congreso "Las otras protagonistas de la Transición"

Ayer tuvo lugar la segunda y última jornada. Como la del día anterior, me ha resultado muy interesante. Y volvió a darse ese juego de contrastes: entre memoria e historia; entre investigación sobre la memoria y la propiamente histórica; entre gente mayor y gente joven, en este último caso aportando buena parte de las investigaciones; entre opiniones críticas y/o autocríticas y opiniones justificadoras y/o autojustificadoras... En general, un balance muy positivo, con riqueza y diversidad en los temas tratados y en los puntos de vista dados.

El término izquierda radical es de hecho un totum revolutum. Abarca corrientes políticas y/o sociales que vienen de lejos, incluso del siglo XIX, y que luego, desde los años sesenta del XX se han ido redefiniendo y  en un contexto muy difícil. De dictadura, por supuesto, pero partiendo del golpe durísimo que diezmó a la generación de la República. La generación, siguiente, la nacida en los años de postguerra fue la que protagonizó principalmente las movilizaciones que se fueron dando desde los sesenta y, sobre todo, la década siguiente. Estas últimas habrían de coincidir con el fin vital de los forjadores del régimen fascista y con la aceleración que se fue dando desde 1974, cuando la crisis económica incidió sobre las condiciones de vida de mucha gente y el agotamiento del régimen resultaba evidente. 


La izquierda radical que se desarrolló en los setenta, expresada en un gran número y diversidad de grupos, tenía orígenes distintos (libertario, comunista, cristiano...). Estaba dividida en familias (prosoviética, maoísta, trotskista, consejista...) y en ámbitos de actuación (estatal, regional, nacional...), que a su vez se entrecruzaban, bien en el mismo momento que surgían o bien en su trayectoria propia o tras fusiones o nuevas divisiones. Tenían también distintos planteamientos tácticos y estratégicos, que se ponían de relieve en el posicionamiento ante la lucha armada y las alianzas. Éstas podían variar desde las propiamente antifascistas, lo que implicaba una mayor amplitud y flexibilidad, hasta las que reducían su espectro con apelaciones explícitas a lo obrero y/o revolucionario. 


Dejo ahí la reflexión, que creo que debe permitir entender la complejidad del proceso en un momento donde se da la confrontación con un estado muy poderoso y unos aliados aún mucho más. Y en ella la izquierda radical aportó una  diversidad de fuerzas que no actuaron solas, sino en relación a otras, especialmente el PCE-PSUC, y la multitud creciente de personas que desde distintos ámbitos (obrero, vecinal, juvenil, cultural, etc.) fueron aunando sus fuerzas para construir espacios de cooperación y solidaridad, a la vez que para derribar a la dictadura. 


Pasando al contenido de la jornada, a primera hora asistí a la mesa "Medios, literatura y cine", que me gustó tanto por los temas tratados como por las aportaciones que se hicieron. Luego estuve en la de "Experiencias radicales en el ámbito local, regional y nacional", donde me sentí doblemente cercano con las referidas a Castilla y León y Andalucía, dada mi proximidad vital con esos territorios y con el papel que el PTE jugó en el proceso. En casi todas las comunicaciones noté un elevado rigor en la investigación. Ya por la tarde asistí a la mesa "La lucha contra la impunidad", donde estuvo presente la memoria, su tratamiento como una forma de mostrar un derecho inalienable y la permanente necesidad de presionar para su mantenimiento. Salieron, así, los casos de la conocida cono querella argentina contra los crímenes del franquismo o el más específico de Navarra relacionado con el asesinato de Germán Rodríguez en 1978.


En el último turno de mesas volví a estar presente en la titulada "La izquierda radical como impulsora del cambio político", donde participé con la comunicación "La izquierda radical durante la Transición. En busca de una explicación de la derrota política". Las distintas intervenciones fueron acogidas con gran interés, lo que supuso un debate interesante, limitado, eso sí, por el tiempo.


El Congreso fue clausurado por Pablo Sánchez León, historiador, y el un miembro de la Fundación Salvador Seguí. El primero resaltó la importancia de que se haya celebrado un evento de esa naturaleza, habiendo sido el primero y mostrado un nivel de trabajo y aportaciones elevado, animando a que sea el inicio de una línea de actuación, donde los estudios y los testimonios puedan ser compatibles. Trabajo que ayude a conocer más de las cosas que han sucedido y a valorar mejor la diversidad de las prácticas sociales emancipadoras.   


El colofón estuvo en la participación del coro Solfónica, nacido al calor del 15-M, que interpretó canciones emotivas, algunas muy conocidas, como fue el caso de "Grândola, Vila Morena", de José Afonso; "L'estaca", de Lluis Llach; o "Canto a la libertad", de José Antonio Labordeta.


Por mi parte, felicitar quienes han organizado el Congreso, por el atrevimiento de dar voz a una parte marginada, cuando no olvidada, de una época de nuestra historia y por la fluidez con que se han ido desarrollando las cosas.