La más que parcialidad del presidente de Portugal
Las elecciones legislativas en Portugal de hace un par de semanas no tuvieron unos resultados: ganó la coalición conservadora del PPD-PSD y CDS con el 38,6% de los votos y 104, pero sin mayoría absoluta; el PSP, algo más rezagado, se quedó con el 32,4% y 85 escaños; y a su izquierda el BE y la CDU/PCP subieron en relación a las anteriores, sumando el 18,5% (10,2+8,3) y 36 escaños (19+17). Lo que al principio parecía claro, esto es, un acuerdo de los dos principales partidos, al poco empezó a disiparse cuando PSP, BE y PCP iniciaron unas conversaciones de cara a conformar un gobierno de izquierda. Y tuvo éxito, pues, aun no siendo el acuerdo preferido, al menos el BE y la CU/PCP consiguieron pactar unas medidas que pudieran romper con el ajuste económico y la regresión en los derechos sociales que desde hace años se están aplicando en Portugal bajo los auspicios de la troika.
Sin embargo, el presidente del país, Anibal Cavaco Silva, ha rechazado esa posibilidad. Como hombre del PPD-PSD, ha decidido encargar el gobierno al candidato de su partido, Pedro Passos Coelho, argumentando que el acuerdo entre PSP, BE y CDU/PCP no resulta razonable, pues está alejado de las prácticas gubernamentales de los últimos años. Resulta evidente que, como la voz de su amo, se está negando a que se conforme un gobierno alternativo. Podría ser un
mal ejemplo en la UE
y después de lo visto en Grecia, otra vía peligrosa de salirse del camino
marcado por los poderes económicos.
El problema deriva de que Passos Coelho no tiene escaños suficientes para poder gobernar. De ser investido, lo haría en minoría. Una solución sería que representantes del PSP decidieran apoyarlo bien en la investidura o bien en el parlamento. Algo que puede resultar factible, en la medida que no hay consenso dentro del PSP sobre el pacto con BE y CDU/PCP. Podría ocurrir también que se acabara presentando una moción de censura contra el gobierno conservador.
Pero todo está por ver.