Están saliendo estos días varios casos en que miembros de las Nuevas Generaciones del PP, en algunos casos incluso cargos públicos, hacen ostentación de símbolos y poses fascistas. Esa actitud ha sido tratada por sus mayores de chiquilladas, reprobables, sí, pero propias de la edad. Semanas atrás el alcalde de Baralla (Lugo) se soltó un "quienes fueron condenados a muerte [durante el franquismo] será porque se lo merecían". Palabras muy duras que, al margen de la polémica creada y de la rectificación que se vio obligado a hacer, dejan traslucir que la actitud de los cachorros peperos es algo más que la chiquillada justificatoria a la que aluden desde otras instancias. Y si no, al tiempo.