He leído sobre la aparición de una nueva edición de la obra La formación de la clase obrera en Gran Bretaña. Escrita por el historiador británico Edward P. Thompson, fue publicada en Gran Bretaña en 1963, si bien hubieron de pasar bastantes años, 1977 concretamente, para que la editorial Labor la editase por primera vez en España. Ahora la iniciativa ha partido de la editorial Capitán Swing, contando con un prólogo del filósofo catalán Antoni Doménech. Resulta curioso que el nombre de esta última coincida con el título de una obra de Eric Hobsbawm, escrita en 1969 en colaboración con George Rudé, historiador de origen noruego, aunque de formación británica.
Ignoro cuál ha sido la razón de la reedición de The making, como se la mencionaba con frecuencia para abreviar, pero intuyo que tiene que ver con el contexto social y político que estamos viviendo. Thompson pertenece a la más que sui generis escuela historiográfica de marxistas británicos, que hizo de los estudios de las clases populares el centro principal de su atención. La conocida como "historia de abajo-arriba" o "historia desde abajo" es una corriente de larga trayectoria en ese país, que adquirió su máxima dimensión con la generación de los Dobb (algo mayor), Hobsbawm, Hill, Hilton o el propio Thompson. Como expuso en su día Harvey J. Kaye (Los historiadores marxistas británicos, Zaragoza, 1989: 202 y ss.), la concepción que tenían de la historia partía de una ampliación de la experiencia de clase, sin perder de vista su dimensión política, a modo, pues, de las dos caras de la misma moneda. Estos historiadores pusieron de manifiesto el papel activo y consciente que jugaron las clases populares en cada una de las luchas en que se vieron involucradas, dentro de contextos de luchas de clases explícitas. Sus experiencias de clase se fueron manifestando en ideas, valores, costumbres, formas de organización y prácticas económicas propias. La clase, de esta manera, lo era en tanto inserta en una formación social y cultural, y alejada de cualquier idea abstracta.
La influencia que tuvo la escuela marxista británica en el contexto de Guerra Fría donde se desarrolló fue importante, aunque lo fue en mayor medida en el mundo anglosajón. Durante esos años los intentos de renovación historiográfica en España se vieron más influidos por las escuelas francesas de Annales y la marxista de carácter estructuralista, lo que explica que se retardara en el tiempo el conocimiento de la corriente británica y su influencia fuera más limitada. Mi primer acercamiento a la obra de Thompson lo hice a través del libro Tradición, revuelta y consciencia de clase. Estudios de la sociedad preindustrial (Barcelona, 1979), una colección de artículos sobre los antecedentes de la clase obrera británica, centrados en el siglo XVIII, en el que también aparece una interesante entrevista suya.
Thompson fue el historiador de la clase obrera por antonomasia. Y su obra paradigmática, The making, da fe de ello en un grado muy alto. Rompió con la concepción determinista sobre la clase obrera que estaba anclada en importantes ámbitos políticos y de investigación. Una visión simplista que hacía de las luchas obreras un mero reflejo del devenir de las sociedades. Una visión reduccionista de las aportaciones que Marx había hecho en el siglo XIX acerca del proceso social en el contexto de aparición y desarrollo del capitalismo, y con ello de una clase que, como se decía frecuentemente, estaba abocada a ser la liberadora de la humanidad. Desde esa perspectiva deformadora se establecía el automatismo de la adquisición de la conciencia de clase, sin tener en cuenta las condiciones sociales y políticas en toda su dimensión. El propio Thompson se manifestó de esta manera en una entrevista en 1976: "Yo polemizaba contra esa noción para mostrar que existía un conciencia plebeya reflejada en nuevas experiencias de existencia social, las cuales eran manipuladas en modos culturales por la gente, dando así origen a una conciencia transformada" (Tradición, revuelta y consciencia de clase: 295).
Desde esta perspectiva de poner el acento en el protagonismo y experiencia de los grupos populares, en lo que concierne a la clase obrera su formación en el sentido pleno que le dio Marx -es decir, el de la clase para sí- no coincidió con el de la aparición de la mano de obra que fue concentrándose en las fábricas para trabajar a cambio de un salario. Su conformación como clase recogió experiencias colectivas económicas, políticas y culturales de otros grupos populares heredadas como tradiciones y reinterpretadas en su propio contexto para dar lugar a nuevas formas. Las relaciones sociales se convierten para Thompson, pues, en relaciones de dominación y subordinación, a la vez que de resistencia y confrontación, por un lado, y de cooperación y solidaridad, por otro.
En el tiempo en que vivimos, sufriendo lo que puede ser el último asalto a unas conquistas conseguidas desde décadas, cuando no de siglos, no está de más prestar atención al mensaje que se desprende de la obra de Thompson. Si la clase obrera forjó en su lucha una forma de entender el mundo, desde la que se fueron consiguiendo conquistas sociales y políticas de gran trascendencia y extendidas a otros grupos sociales en numerosos países, hoy corremos el riesgo de perder dichas conquistas. El asalto iniciado en los años ochenta en EEUU y Gran Bretaña, con Reagan y Thatcher al frente, se ha ido extendiendo entre explícita y sibilinamente por otros países. El neoliberalismo se ha instalando en el mundo como la nueva forma de dominación del capitalismo. La crisis económica iniciada en 2008 está posibilitando que se produzca lo que puede ser el último asalto. Durante las tres últimas décadas se está haciendo un esfuerzo desde los círculos del poder para enterrar la conciencia del pasado que atañe a las experiencias colectivas de dignificación y liberación humanas. Olvidar esa cuestión nos condena aún más a la sumisión y la miseria a añadir de mucha más gente, si no a una mayor ignominia.