En plena dictadura franquista el poeta catalán Salvador Espriu escribió el poemario La pell de brau [La piel de toro], donde hizo uso del nombre Sepharad. De origen hebreo, coincide con otros nombres que, como Hispania o Península Ibérica, aluden al solar peninsular y quienes en él han vivido y viven. Es decir, a esa amalgama de pueblos y culturas que llevan siglos y siglos de encuentros y desencuentros, convivencia y rivalidad, compresión e incomprensión...
Estamos asistiendo al crecimiento de una derecha cada vez más radicalizada, incluyendo a sectores fascistizados, que está impulsando una forma de concebir España desde la intransigencia y alejada de la diversidad. La misma derecha que, donde puede, está poniendo en práctica un neoliberalismo extremo, pretende frenar -cuando no virar hacia atrás- la extensión de derechos sociales y cívicos, y lleva años provocando la desafección de una parte de la ciudadanía mediante un proyecto territorial centralizador e intolerante.
El momento político que estamos viviendo estos meses quizás sea el más importante desde los años de la Transición. Estamos ante el dilema de un país que pueda ser gobernado por lo que representa esa España negra que, desde siglos, ha ido cortando, en cualquiera de las formas, los brotes de libertad y esperanza; o que lo sea con el horizonte de intentar construir una sociedad solidaria, tolerante, diversa, respetuosa con la naturaleza... Democrática en su amplio sentido.
Ante la próxima sesión de investidura de Alberto Núñez Feijoo, que no deja de ser el intento de un fracaso anunciado, están cobrando importancia las conversaciones que se están llevando a cabo de cara a la investidura de Pedro Sánchez como jefe de Gobierno. De entrada, las dificultades son menores para establecer un programa que vaya en la línea de reforzar el puesto en práctica desde principios de 2020. Las mayores dificultades se encuentran en lo referente a Cataluña, buscando subsanar las heridas y acordar medidas que sean satisfactorias desde el reconocimiento de la pluralidad.
Por eso, siguiendo a Espriu y su Sepharad, es necesario retomar el elemento común que permita establecer "puentes del diálogo" que intenten "comprender y amar / las razones y las hablas diversas de tus hijos".
Dejo el poema XLVI de Piel de toro para su lectura. Merece la pena.
A
vegades és necessari i forçós
que
un home mori per un poble,
però mai no ha de morir tot un poble
per un home sol:
recorda sempre això, Sepharad.
Fes que siguin segurs els ponts del diàleg
i mira de comprendre i estimar
les raons i les parles diverses dels teus fills.
Que la pluja caigui a poc a poc en els sembrats
i l’aire passi com una estesa mà
suau i molt benigna damunt els amples camps.
Que Sepharad visqui eternament
en l’ordre i en la pau, en el treball,
en la difícil i merescuda
llibertat.
[ A
veces es necesario y forzoso / que
un hombre muera por un pueblo, / pero
nunca debe morir todo un pueblo / por
un hombre solo: / recuerda
siempre esto, Sepharad. / Haz
que sean seguros los puentes del diálogo / e
intenta comprender y amar / las
razones y las hablas diversas de tus hijos. / Que
la lluvia caiga poco a poco en los sembrados / y
el aire pase como una tendida mano / suave
y muy benigna sobre los amplios campos. / Que
Sepharad viva eternamente / en
el orden y en la paz, en el trabajo, / en
la difícil y merecida / libertad].
però mai no ha de morir tot un poble
per un home sol:
recorda sempre això, Sepharad.
Fes que siguin segurs els ponts del diàleg
i mira de comprendre i estimar
les raons i les parles diverses dels teus fills.
Que la pluja caigui a poc a poc en els sembrats
i l’aire passi com una estesa mà
suau i molt benigna damunt els amples camps.
Que Sepharad visqui eternament
en l’ordre i en la pau, en el treball,
en la difícil i merescuda
llibertat.
[
(Imagen: Harajuku, de Elvira Martos).