Chile tiene el domingo una cita electoral de gran importancia: la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. La distancia política que hay entre los dos candidatos está siendo la mayor desde que en 1990 el democristiano Patricio Aylwin, representante de la Concertación (alianza socialista, democristiana y de otros grupos centristas), sustituyera a Augusto Pinochet. Los dos candidatos que contienden en esta ocasión, José Antonio Kast y Gabril Boric, está situados más allá de sus respectivos flancos políticos. Pero vayamos por partes.
El primero de ellos se encuentra a la derecha de los sectores más conservadores del país y se autoproclama como pinochetista. Eso sí, no reconoce de esto último lo relacionado con la violación de los derechos humanos que hubo durante la dictadura. Defiende, por supuesto, el pionero modelo de liberalismo a ultranza que se aplicó durante esos años y que quedó reflejado en la Constitución que dejó como herencia. Aprobada en pleno proceso represivo, en 1980, todavía sigue vigente, aunque en la actualidad, en pleno proceso constituyente, va camino de, al menos, reformarse. Por otra parte, Kast, en la línea de esa extrema derecha internacional tan en boga (con gente como Trump, Bolsonaro, Erdogan...), incluida la española (con Vox a la cabeza y su influencia creciente en sectores del PP), defiende en su programa el reconocimiento y/o la restricción de derechos como el aborto, la igualdad de géneros, la diversidad afectivo-sexual, los pueblos originarios, etc.
Los apoyos políticos a Kast provienen de los grupos y sectores del electorado que se han situado a la derecha de la Concertación, que han tenido en otro tiempo candidatos abiertamente pinochetistas, como Joaquín Lavín y su UDI, o que han llegado a obtener la presidencia del país en dos ocasiones, como es el caso del actual presidente, Sebastián Piñera, al frente de su Renovación Nacional. Toda una amalgama de (neo)conservadurismo, neoliberalismo y pinochetismo sociológico, que está aderezada de las influencias y experiencias provenientes de otros países. Representa, en suma, el intento por perpetuar en el poder a los grupos sociales que han dominado el país desde el siglo XIX, en su versión más retrógrada puesta al día, salvo el paréntesis efímero del gobierno de Unidad Popular entre 1970 y 1973.
Boric representa a la izquierda del país. Surgido como líder estudiantil en las luchas habidas a caballo entre las dos primeras décadas de este siglo, en 2013 fue elegido diputado. Vinculado a una izquierda autónoma, distante de la Concertación, por su derecha, y del PCCh, por su izquierda, desde 2016 formó parte del Frente Amplio, donde han confluido los grupos más a la izquierda del país, incluido el propio PCCh. Ha tomado parte activa en las movilizaciones populares surgidas hace dos años y que han propiciado el actual proceso constituyente, si bien, con el tiempo, se ha situado entre sus sectores más moderados, llegando a participar en conversaciones con el presidente Piñera.
Una vez celebradas en mayo pasado las elecciones a la Convención Constituyente, en las que las candidaturas populares lograron una representación importante, Boric se presentó como candidato presidencial en las primarias habidas en el seno del Frente Amplio. Compitió, dentro de la fórmula Apruebo Dignidad, con el comunista Daniel Jadue, quien, pese a haber sido el favorito en las encuestas, resultó derrotado. Se ha hablado mucho sobre lo ocurrido, incluido que hubiera habido votos desde la derecha interesados en que Jadue no fuera candidato a las presidenciales, dado que, según las encuestas, era el que resultaba más popular entre los distintos precandidatos.
La primera vuelta de las elecciones presidenciales, celebradas e pasado 21 de noviembre y con una participación bastante baja (47'3%), no dio lugar a un ganador absoluto. Pasaron al balotaje Kast y Boric, con una diferencia pequeña de votos entre sí: 28% y 26%, respectivamente. La suma por bloques entre todos los candidatos fue, sin embargo, desigual: el de la derecha ha obtenido el 53'3% y el de la izquierda se ha quedado en el 35%, mientras que la candidata de lo que va quedando de la Concertación se ha quedado en el 11'6%.
Las encuestas de cara a la elección definitiva del domingo, sin embargo, están dando más ventaja a Boric, eso sí, con oscilaciones. En todo caso, las previsiones son de una elección muy reñida. ¿Qué puede haber ocurrido, teniendo en cuenta los resultados habidos el 21 de noviembre? En primer lugar hay que tener en
cuenta la abstención, que fue alta en noviembre, pero que en caso de lograr reducirla, con la movilización de más sectores populares, podría aportar a Boric más votos. En segundo lugar se encuentra la postura tomada en el Partido Socialista de Chile y el Partido Radical, que han anunciado su apoyo a Boric. Y está por ver lo que haga la Democracia Cristiana, cuya candidata en noviembre, Yasna Provoste, que llegó al 11'6%, también se ha decido por Boric.
Existe el temor de que en el seno de la izquierda social y política haya abstención. En la situada más a la izquierda, por desconfianza hacia un candidato que se ha ido moderando y que es calificado de socialdemócrata. La actitud del PCCh, empero, está siendo ejemplar. Ya durante las primarias Jadue dijo que, en caso de perder, defendería la candidatura de Boric, como representante del amplio movimiento popular surgido en Chile en los últimos años. Y lo ha cumplido, como su partido.
Se quiera o no, en el país existe un claro dilema. La victoria de Kast sería un paso atrás para mucha gente, tanto de la izquierda como del centro, mayor que el que han supuesto las presidencias del derechista Piñera. La victoria de Boric, más en consonancia con los nuevos aires de renovación que existen sobre todo en las nuevas generaciones, hartas del corsé impuesto por la dictadura y propensas a hacer un país más libre y tolerante, tiene sus reservas entre los sectores centristas.
Desde le izquierda se está haciendo un llamamiento a la responsabilidad, pues la inhibición electoral propugnada en algunos círculos puede acarrear un efecto muy negativo. Es lo que advierte hoy Atilio Borón en su artículo "Antonio Gramsci y el balotaje en Chile", que nos recuerda, entre otras cosas, lo que el político italiano dijo: "la indiferencia actúa poderosamente en la historia. Actúa pasivamente, pero actúa". Y es que, de ser así, permitiría la victoria del candidato pinochetista y lo que conlleva en lo económico, partidario de un neoliberalismo extremo, y en lo político, con sus propuestas retrógradas en los derechos sociales y políticos. A su vez, se vería frenado el proceso constituyente iniciado, de manera que la Convención Constituyente elegida en mayo se encontraría frente a un gobierno que haría todo lo posible para maniatarla.
El domingo se sabrá quién va a ganar y cuál va ser el futuro próximo de Chile. Si retroceder a tiempos pretéritos o si poder seguir avanzando, alejándose de la larga sombra del pinochetismo.